El maestro perfecto
Cuentan que cierto hombre decidió que tenía que buscar al maestro perfecto. Leyó muchos libros, visitó sabio tras sabio, escuchó, conversó y observó sus prácticas espirituales, pero siempre acababa dudando o sin estar seguro. Transcurieron viente años hasta que encontró a un hombre del que cada palabra y cada acción correspondía a su idea del hombre totalmente realizado. El viajero no perdió el tiempo. – Tú – le dijo – me pareces el maestro perfecto. – Si lo eres, mi búsqueda ha terminado. – Así es, se me describe con este nombre – replicó el maestro. – Entonces, te ruego que me aceptes como discípulo tuyo. – No puedo hacer eso – contestó el maestro – porque mientras que desees el maestro perfecto, él, a su vez, requiere sólo aquel que es el discípulo perfecto. Maestro: no hace falta buscar al maestro perfecto, nuestros maestros se encuentran por todos los lados. La gran sabiduría consiste en ser capaz de escuchar las enseñanzas de cada día y en saber vivir el aquí y ahora. Fuente:Contarcuentos- cuentos Sufis, la filosofía de lo simple. Foto...
No dividas y reinarás
Cuentan que lo único que cierto sabio sufí dejó en herencia a sus cinco discípulos fue una hermosa alfombra de oración cuadrada. Cuando hubo pasado el duelo por la muerte de su maestro, los discípulos decidieron separarse. Cada uno quería quedarse con una parte de la alfombra como recuerdo, pero no sabían cómo dividirla. Discutieron durante largo tiempo para encontrar la solución. No les gustaba la idea de partirla en cinco bandas. Ellos preferían dividirla en cinco pedazos cuadrados ya que de esa forma podrían honrar mejor las enseñanzas de su maestro. Sin embargo, a ninguno de ellos se le ocurrió una solución aceptable, de modo que continuaron juntos, y juntos siguieron orando ante la alfombra. Maestro: el legado que deja este maestro no fue material (la alfombra), sino dio la inteligencia para pensar que la mejor solución era seguir rezando juntos (algo que quería el maestro). Fuente: Contarcuentos.com, Cuentos Sufis, la filosofía de lo simple Foto...
El sufrimiento de Kisagotami
En tiempos de Buda, murió el único hijo de una mujer llamada Kisgotami. Incapaz de soporta siquiera la idea de no volver a verlo, la mujer dejó el cadáver de su hijo en la cama y durante muchos días lloró y lloró implorando a los dioses que le permitieran morir a su vez. Como no encontraba consuelo, empezó a correr de una persona a otra en busca de una medicina que le ayudara a seguir viviendo sin su hijo o, de lo contrario, a morir como él. Le dijeron que Buda la tenía: Kisagotami fue a ver a buda, le rindió homenaje y le preguntó: -¿Puedes preparar una medicina que me sane este dolor o me mate para no sentirlo? -Conozco esa medicina-contestó Buda-, pero para prepararla necesito ciertos ingredientes. -¿qué ingredientes?-Preguntó la mujer. -El más importante es una vaso de vino casero- dijo Buda. -Ya mismo lo traigo- Dijo Kisagotami. Pero antes de que se marchara, Buda añadio: -Necesito que el vino provenga de un hogar donde no haya muerto ningún niño, cónyuge, padre o sirviente. La mujer asintió y, sin perder tiempo, recorrió el pueblo, casa por casa, pidiendo el vino. Sin embargo, en cada casa que visitaba le sucedía lo mismo. Todos estaban dispuestos a regalarle el vino, pero al preguntar si había muerto alguien, ella encontró que todos los hombres habían sido visitados por la muerte. En una vivienda había muerto una hija, en otra un sirviente, en otras el marido o alguno de los padres. Kisagotami no pudo hallar un hogar donde no se hubiera experimentado el sufrimiento de la muerte. Al darse cuenta de que no estaba sola en su dolor, la madres e desprendió del cuerpo sin vida de su hijo y fue a ver a Buda. Se arrodilló frente a él y le dijo:-Gracias… comprendí Foto portada:...
El Hombre y la Culebra
Un hombre, pasando por un monte, encontró una culebra que ciertos pastores habían atado al tronco de un árbol, y, compadeciéndose de ella, la soltó y calentó. Recobrada su fuerza y libertad, la culebra se volvió contra el hombre y se enroscó fuertemente en su cuello. El hombre, sorprendido, le dijo: – ¿Qué haces? ¿Por qué me pagas tan mal? Y ella respondió: – No hago sino obedecer las leyes de mi instinto. Entretanto pasó una raposa, a la que los litigantes eligieron por juez de la contienda. – Mal podría juzgar – exclamó la zorra -, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir los hechos. Entonces el hombre ató a la serpiente, y la zorra, después de comprobar lo sucedido, pronunció su fallo. – Ahora tú – dirigiéndose al hombre, le dijo -: no te dejes llevar por corazonadas, y tú – añadió, dirigiéndose a la serpiente -, si puedes escapar, vete. Atajar al principio el mal, procura; si llega a echar raíz, tarde se...
Sin atajos
Cuando un monje preguntó a su maestro si debía leer los sutras, este replicó así: – Aquí no hay senderos laterales ni atajos. – Las montañas permanecen todo el año frescas y verdes. – Tanto al este como al oeste, en cualquier dirección, puedes dar un bello paseo. El monje pidió explicaciones más explícitas, y el maestro contestó: – No es culpa del sol si el ciego no puede encontrar su camino. Maestro: no confundas el medio con el objetivo; la verdad ya está en ti, unicamente hay que encender la luz. Fuente: tradicional Zen Foto portada:...
Invierno
Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que buscó un árbol muerto y lo cortó. Pero unos meses más tarde, en la primavera, vio muy sorprendido que al tronco marchito de ese árbol le salieron nuevos brotes. Mi padre dijo: – Estaba yo seguro de que ese árbol estaba muerto. – Había perdido todas las hojas en el invierno. – Hacía tanto frío, que las ramas se quebraban. – Pareceía que no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida. – Pero ahora advierto que aún alentaba la vida en aquel tronco. Y volviéndose hacia mí, me aconsejó: – Nunca olvides esta importante lección. – Jamás cortes un árbol en invierno. – Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso. Maestro: Nunca tomes las más importantes decisiones cuando estés en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá. Fuente:contarcuentos.com Foto...

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