Cuida de tu compañero

Antonio Leyva

Todos hemos visto esto antes, un alumno novato que es intimidado por un veterano, o un nuevo alumno demasiado fogoso que quiere “consolidarse” en el grupo nada mas llegar, usando intensidad excesiva en los entrenamientos.

Este tipo de conductas son en primer lugar estúpidas y analizaremos un poco más adelante por qué, pero sobre todo, son peligrosas para los compañeros y han de ser erradicadas en su mismo origen.

Siempre está a mano la escusa del “realismo” para justificar intensidades no deseadas hacia la otra parte. Lo cierto es que ese “realismo” no se suele entender correctamente.

El “realismo” no es un término absoluto, sino muy relativo. No es lo mismo aprender que poner a prueba lo aprendido.

Durante el aprendizaje, hemos de ponerle las cosas fáciles al compañero. Pongamos un ejemplo con la natación. A uno no le tiran en mitad del mar, le indican la dirección donde encontrar tierra firme y le dejan a su suerte. Desde luego sería muy “realista”, pero lo más probable es que terminase con un ahogado más en el mar…

En vez de eso, te llevan a una piscina, donde en caso de necesidad, la profundidad es poca, pudiendo incluso hacer pie y poco a poco, te van incrementando la dificultad de los ejercicios, hasta que finalmente nadas solo.

Y a pesar de saber nadar, el instructor sigue sin dejarte en medio del mar para ver que tal te las apañas. Lo que es seguro es que el logro de efectuar una determinada serie de “largos en la piscina” sin pausa alguna, es una meta que se alcanza pronto, usando este método de dificultad progresivo.

Si el primer día, te piden veinte largos de piscina, sin saber nadar, simplemente, ni los harás ese día ni nunca.

Un alumno “nuevo” y “nuevos” somos todos cada vez que nos iniciamos en una habilidad o simplemente en una técnica nueva, necesita aprender paso a paso, probar de forma lenta y simple cada elemento nuevo y así adquirir dominio en su gestión. Por supuesto, una persona de dilatada experiencia, aun teniendo que “tomarse las cosas con calma” cada vez que aprende algo nuevo, puede en función de su bagaje previo, hacer las cosas por primera vez mejor que muchos después de años de práctica. Pero lo que es indudable es que en cualquier caso, su facilidad para realizar una determinada técnica será mucho mayor después de una cierta cantidad de repeticiones “controladas”.

Toda técnica tiene un cierto número de “claves” o condiciones que han de cumplirse de modo simultaneo para resultar efectiva. Es sencillamente imposible (o al menos altamente improbable) que en la primera prueba consigamos “ajustar” todas ellas. Y desde luego mi experiencia me dice que sin excepción, nadie es consciente de entrada de todas esas condiciones.

Por ello, cuando aprendemos, lo que hacemos es “simplificar” el mayor número posible de condiciones necesarias para que funcione. En vez de usar una determinada técnica contra un puñetazo, lo hacemos contra un agarre. Con ello “eliminamos” factores como “timming” y “distancia” de la ecuación y podemos centrarnos en otros, igualmente complejos, pero ya sin el “lastre” de los anteriores.

Factores como el fluir correctamente con el movimiento del compañero, o realizar la maniobra en los ángulos y recorridos precisos, mantener una buena y adecuada postura durante la ejecución…

Hay muchos factores, muchos de ellos dependen directamente de nosotros mismos. Algunos son evidentes, otros no tanto, algunos los ajustamos en ocasiones de forma instintiva o inconsciente y otros dependen claramente de que pongamos en ello nuestra atención e intención.

Con la práctica, muchos de esos elementos, pasan a formar un conjunto que trabaja de forma autónoma, que ya no precisa nuestra atención puntual a cada uno de sus elementos, sino una global al conjunto…, lo que nos permite tomar consciencia de nuevos factores y de este modo aumentar el grado de dificultad en su aplicación y acercarnos a condiciones mas “realistas”.

Otros factores dependen en realidad de lo que haga el oponente y no podemos influir en ellos, sino, todo lo más, esperar a que se de una circunstancia en que dichos factores que dependen del rival, estén “colocados” a nuestro favor. Por ejemplo, es muy difícil conseguir golpear en la cara a alguien que se cubre, hay que esperar a que se abra un hueco. Podemos incitar o intentar engañar al rival para que descubra un hueco, o espera a que nos ataque y se descubra  al hacerlo…, pero al final, dependerá del rival más que de nosotros mismos el que “abra su guardia”.

Como se ha comentado, la eficacia de una determinada técnica depende de muchos factores. Solo cuando seamos conscientes de los mismos, o cuando aun de forma inconsciente, nos ajustemos a los mismos, podremos acceder a la parte de efectividad que depende de nosotros mismos. Y sólo cuando lo hagamos coordinadamente con los factores que dependen del rival y que implican la idea de “oportunidad”, podremos hablar de efectividad.

He usado con toda intención la palabra “inconsciente”. Hay ocasiones en que uno hace algo que sabe que le va a salir de un modo excelente mientras lo ejecuta. No sabes por qué, pero la suma de sensaciones más o menos definibles, más o menos bajo nuestro control, nos indican que “todo va sobre ruedas”.

La maestría consiste en conocer el mayor número posible de esos factores y saber utilizarlos de modo consciente en nuestro provecho.

Para aquellos que están presentes pero de los que no somos plenamente conscientes, o siéndolo no tenemos la comprensión necesaria como para poder utilizarnos a nuestro antojo, tenemos la única herramienta que no precisa de mayor entendimiento, la sensación.

Uno realiza un correcto movimiento y es muy posible que no tenga los conocimientos de anatomía, física, neurología, etc, como para poder analizarlo en toda su dimensión. Pero cuando se ejecuta correctamente se genera un cúmulo de sensaciones precisas que constituyen el feed-back mediante el que podemos repetir una determinada acción a pesar de no tener un conocimiento y entendimiento racional de todos sus elementos.

En la mayoría de los sistemas de control de movimiento, y el TCC desde luego es uno de ellos, el feed-back o “retro-alimentación” constituye una herramienta indispensable  que acelera enormemente los resultados.

Si tu instructor no sabe como,  o no quiere generar en ti ese “feed-back”, será muy difícil que llegues a dominar el sistema ni aun en un grado ínfimo. Por supuesto que podrás llegar por tu cuenta a ese conocimiento, pero con muchas dificultades y a buen seguro, con numerosos errores y “caminos falsos” recorridos en el proceso de aprendizaje. Y también es seguro, que incluso si no se cometieran errores (algo muy improbable si no tienes un feed-back para comparar y asegurar que tus logros se corresponden con lo que buscas), el progreso será muy lento y limitado.

Y ahora viene un elemento pedagógico fundamental. El alumno tiene que aprender a reconocer ese feed-back que se corresponde con una ejecución correcta. Así cuando entrene, sabrá mediante sus sensaciones si está o no realizando las cosas de modo correcto y tendrá una guía, de hecho la más precisa que conozco, para con certeza saber si realiza las cosas de un modo correcto o incorrecto. Este feed-back es la suma de sensaciones visuales, kinestésicas, táctiles…, siendo éstas dos últimas las que más y más precisa información proporcionan.

Durante su aprendizaje, el alumno ha de conseguir SIEMPRE realizar sus técnicas de un modo correcto. SIEMPRE.

¿Por qué?. Pues porque si no es así, es muy posible que genere un feed-backequivocado que le mantengan desarrolandose en un modelo de práctica erróneo, al menos desde el punto de vista del TCC y que dicho progreso resulte incompatible con el cuerpo teórico-práctico del sistema.

Como ya se apuntó, TODOS somos principiantes cuando aprendemos aunque no sea más que un único detalle nuevo en el seno de conocimientos consolidados y SIEMPRE hay factores presentes en la ejecución real y correcta de una técnica, que nos pasan desapercibidas al menos a nivel consciente.

Poniéndoselo fácil al compañero que está aprendiendo, posibilitamos que él mejore, que adquiera una técnica correcta, que su feed-back se haga más intenso y que por si mismo, pueda identificar al añadir nuevos grados de libertad en la técnica, si ésta se sigue ejecutando dentro la corrección y principios del sistema.

¡Es que eso no es realista!. ¡En la calle nadie te lo pone fácil!.

Mi respuesta entonces es bastante incisiva. “¿Y es que en la calle es realista que alguien más débil y con peor técnica que tú te agreda?”.

La respuesta es muy simple y rotunda. NO.

Y en caso de que eso sucediera, no sería preciso estudiar artes marciales para gestionar el problema.

No, lo real es que en la calle uno no tiene peleas por aprender (salvo caso de degenerados, delincuentes y gente de similar ralea), sino que las peleas o enfrentamientos a los que uno pueda tener que responder, son pruebas que te da la vida y que uno ha de gestionar como mejor pueda. Ante una situación real, lo único que importa es salir bien parado, con o sin corrección técnica. Y el posible aprendizaje es “a toro pasado”, en forma de conclusiones sobre el resultado y la ejecución, pero algo irrelevante durante el enfrentamiento.

Por supuesto, es una mala idea dejar que sea en una situación “real” cuando probemos nuestra técnica de un modo “realista”. Lo que nunca has probado, es posible que no te salga bien a la primera. Por eso es importante tener entrenamiento de sparring con los compañeros, donde no vas a aprender la técnica sino a ponerla prueba, con unas mínimas o máximas restricciones dependiendo de tu nivel.

Pero eso es muy diferente a pensar que las técnicas se aprenden y mejoran exclusivamente mediante el sparring. El sparring proporciona una cierta certeza (aquí no hay absolutos) sobre la efectividad de tu trabajo, muestra errores y puntos fuertes en nuestro trabajo y nos informa sobre que hay que mejorar o modificar para poder ceñirnos al feed-back original. Mejoras y/o modificaciones que nuevamente, no es en el sparring, sino en la práctica colaborativa donde podemos afianzar y estudiar y que sólo tras este trabajo, podremos llevar al sparring con ciertas garantías.

Es muy estúpido no cuidar de tu compañero en la “fase técnica”. Si actúas con una intensidad que abrume al compañero en su actual nivel, no mejorará nunca y cabe la posibilidad de que incluso se lesione, con lo que tendrás un compañero menos con quien practicar.

Además, hay algo que muchas veces se olvida. Hay muchos factores que determinan la eficacia de una determinada técnica y como se ha explicado, no somos plenamente conscientes de muchos de ellos de todo momento y otros dependen del rival.

Pongamos que una técnica plenamente eficaz implica controlar diez factores y nosotros somos sólo conscientes de cinco, dependiendo ocho de nosotros mismos y otros dos del rival. Raramente, tendremos los diez correctamente “colocados” si sólo somos conscientes de la mitad, pero en ocasiones, los otros cinco, da la casualidad que estaban “bien puestos” cuando aplicamos la técnica. Y en esa ocasión, si habitualmente no somos cuidadosos, nos daremos cuenta de lo efectiva que es una técnica perfectamente aplicada, cuando el compañero nos remita su factura hospitalaria.

Si por costumbre somos cuidadosos con el compañero, nos sorprenderemos de lo bien, fácil y eficazmente que realizamos una determinada técnica y podemos afianzar el feed-back para adquirir control sobre elementos que antes nos eran desconocidos. En caso contrario, simplemente seremos testigos de una lesión indeseada e inesperada, sin ventaja ni beneficio para nadie.

Un compañero así, que no mejora ni te ayuda a mejorar, nunca supondrá una fuente de conocimientos ni experiencias enriquecedoras para ti. Alimentará tu ego de “campeón” , pero no te preparará para poder serlo y sobre todo, te hará caer con facilidad en un peligroso y muy absurdo sentimiento de superioridad, que en circunstancias “reales”, puede suponer un doloroso aprendizaje “por las malas” de lo que es “una situación real”.

Cuida de tus compañeros. Aunque sea actuando del modo más egoísta, los necesitas y necesitas que ellos mejoren para que te lleven a ti a cotas de perfección superiores. Este es uno de esos casos en que el egoísmo más inteligente implica trabajar por el bien común.

Antonio-LeyvaAutor: Antonio Leyva

Fuente: http://taichichuanantonioleyva.wordpress.com/

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1 Comment

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    … Que mensaje más impecable, Antonio… Gracias por compartirlo…

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