El retorno de la fuerza en el diseño arquitectónico del Karate. Lo que ves no es todo
El Karate tiene una parte oculta, extrañamente creativa de poder. Tan inagotable como fantástica, a la espera de ser descubierta por quienes se atreven a ver más allá de lo visible. Y cuando lo sea, será tan clara como la luz del día en la oscuridad. Pues de serlo, que lo sea aquí y ahora mismo. No hay duda de que, este es un panorama propicio para que, muchos se queden con cara de tontos y hagan la vista gorda, cuando me escuchen hablar de esa parte oculta a la que me refiero, en un mensaje disruptivo que suena así: El misterio se encuentra en «Los peces enroscados» Y por más que los ignorantes digan que, a otro perro con ese hueso y se pongan a otra cosa mariposa, lo cierto es que la fuerza del movimiento se produce: Wú lìng siháo jiànduàn er “Sin ninguna interrupción” Si alguien está creyendo que esta es una idea loca del Karate, permítame poner el dedo en la yaga de la estulticia más supina, sobre una perspectiva interesante que se esconde en el agujero negro de los que se hacen suecos. «Sin ninguna interrupción» quiere decir, en CONEXIÓN. No orquestado. No coordinado. En conexión. Esto que para los japoneses puede parecer un cuento chino y para los demás historias de hadas, es uno de los misterios iniciáticos mas grandes del Karate, sobre como se conectan las técnicas a nivel profundo. En el interior del cuerpo, dando esquinazo a miradas banales. Se que a estas alturas, estos comentarios habrán creado la necesidad de saber de este asunto. Pues bien, como las necesidades tienen cara de perro, y yo tengo ganas de quitarlas… hincaré el diente a términos más concretos Peguemos una mordida a una sola técnica, para entender desde lo fácil. ¡Ahí va! En el profundo silencio del interior, donde la luz se fusiona con la oscuridad, reside la primera técnica del Karate; que demonizada por los grandes sifú-gurus senseis y sensietes por ser ardientes defensores de técnicas y Katas super superiores, obvian que, siendo la más básica y/o humilde, sin embargo vertebra y lleva por bandera, todo un sistema que gana sentido, riqueza y fuerza cuando la llama que se lleva dentro hace más luz en lo profundo, que la luz del día, porque se comprende su genial idea inmersiva e integrativa: «Lo que une y no separa». Esta, como el latido del corazón, reverbera en lugares distantes del cuerpo, donde lo conectado une al momento.Por cierto que, los lados opuestos, no acostumbran a andar huérfanos. A saber que, en Artes Marciales, juntos son necesarios. Separados son disfuncionales . Tal es así que, el alma de una acción marcial, no es más que usar la unión de todas las partes, en interdependencia.En tal estado de yinyangnismo, las distancias desaparecen. Los cambios se producen al momento. Y es en este baile universal, donde descubrimos que las partes son una ilusión. Porque todo es unidad. Como la noche y la luz del día. Dos eventos esenciales que en algún punto se tocan de lo lindo… y cada uno está pendiente de lo que haga el otro. Como los Koi 鯉. (魚 Pez 里 Adentro. Pez de interior). Término que suena mucho más bonito que made in china ( Lǐyú ) aun a pesar que los chinos fueron los primeros en representar la filosofía Yinyang en el famosísimo Taijitú 太極圖 con el símbolo de los dos peces enroscados. A lo que ibamos… Que los queridos Koi, son los típicos peces bigotudos de agua dulce. Humanos hasta más no poder. «Carpas de colores» que reconocen a su dueño, se dejan acariciar y comen de la mano....
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