Los grados en Budo. Fases, etapas del “camino”
May10

Los grados en Budo. Fases, etapas del “camino”

La sociedad y mentalidad japonesas son extremadamente rigurosas, estructuradas, diría que rígidas, para bien y para mal, no entro a valorarlo aunque personalmente ni me gusta ni me siento cómodo en ella pero entiendo las bondades de semejante estructura. Esta rigidez es propia de otros tiempos, de la cultura oriental basada en el confucionismo que proporciona una estructura social vertical, en la que cada individuo y grupo debe ser consciente del lugar que ocupa en la pirámide social, de este lugar dependerá, precisamente, la forma correcta en la que debe comportarse, sus deberes sociales, lo que se espera de él. Y es que, ya lo he apuntado más veces, el pretendido Honor no se gana con un un papel escrito, ni con una prenda de vestir, sino con el cumplimiento de los deberes sociales propios del cargo. Pero eso es otra historia, vamos a centrarnos. Budo, ¿camino hacia dónde? Aceptando el Budo como un camino, deberíamos definir qué, cómo, hacia dónde conduce ese camino y hacerlo de forma concreta y no con vaguedades y abstracciones del tipo “de crecimiento personal” puesto que, como ya dije en otra ocasión, en el momento en que aplicamos la palabra “personal” empieza a ser algo subjetivo, cada individuo tiene su propia idea e ideología acerca de qué y cómo “crecer”. En mi opinión, personal e intransferible, es un “camino de/hacia el conocimiento”, ¿conocimiento de qué? Está claro: de las “artes” de lucha, en este caso de las japonesas en particular. Un pequeño inciso: técnicamente, semánticamente, el Taekwondo, el Kung Fu/Wu Shu/Gung Fa, Krav Maga, etc., no son Budo pero sí Artes Marciales, dado que (insisto: semánticamente) Budo es una palabra japonesa que define un “camino” japonés, aplicable por tanto únicamente a las artes marciales japonesas. Debo suponer que el chino y el coreano tendrán sus propias palabras para el mismo concepto. Siguiendo la analogía, el símil, del “camino” y aplicando la lógica japonesa, su confucionismo social, es fácil entender que habrá, hay, personas que se iniciaron antes en ese camino, de esos unos habrán llegado más lejos y otros no tanto y, en función de ese conocimiento, estarán más arriba en la pirámide social que, no olvidemos, se construye por conocimiento (méritos) y edad. Esto es, precisamente, lo que marca el grado: el punto del camino al que se ha llegado. Esos grados hoy los vemos y entendemos por el color del cinturón, en términos generales ya que en Kendo, por ejemplo, no se usa ningún distintivo de grado y en otros Budo y escuelas establecen otros signos externos como el color del kimono, de la hakama o el uso de alguna prenda en particular,...

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El “Deber” hacia el Maestro (Giri)
Ene20

El “Deber” hacia el Maestro (Giri)

Cayetano Sánchez Soy plenamente consciente de que esta entrada no va a ser muy popular y que me atraerá más de un enemigo, tampoco me importa puesto que creo sinceramente que ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre. -El Giri- Como perfectamente afirma Dani Kôryu en un antiguo blog, Giri (El Deber) es  el concepto que coexiona y da sentido a la sociedad japonesa, desde tiempos inmemoriales, se encuentra en todos los estamentos de la sociedad y atraviesa la escala social. Afirma, con su habitual rigurosidad Dani Kôryu: En las verdaderas artes marciales, el concepto de giri debe seguir igualmente vivo de manera imperativa si queremos que la tradición guerrera perdure en nuestro dojos y en nuestras artes. En el japón tradicional la relación maestro-alumno es imperativamente una relación de giri. Por ejemplo, en los dojos y escuelas de artes marciales tradicionales el mero hecho de asistir a clase y pagar una mensualidad no significa absolutamente nada. El maestro o instructor de un dojo no nos está vendiendo un  producto ni un servicio, está dándonos parte de su vida, de su sacrificio. Ha dedicado muchísimos años para llegar a dominar su arte y lo ha pagado no solo con grandes sumas de dinero, sino con sangre, sudor y lágrimas. Así pues, esa mensualidad no paga nuestro entrenamiento, simplemente mantiene vivo el dojo y cubre algunos gastos del maestro, pero el deber del entrenamiento es del alumno, y su giri para con el maestro es algo que debe ir mucho más allá que una mera transacción comercial. Es absolutamente cierto y certera la frase. El Conocimiento no se vende, se transmite, de ahí que el alumno contraiga “una deuda que no puede ser saldada” con el Maestro y, al mismo tiempo, en una especie de contrato tácito y en virtud del Giri que contrajo cuando fué alumno, debe satisfacer las necesidades de aprendizaje, la sed de conocimiento del alumno. Ocurre que, como salta a la vista, todo contrato tácito está basado en “la buena fé”, en la honradez de ámbas partes, la cual se presupone y, al tiempo, era o fué uno de los pilares básicos del tan manido Bushido. Ahora bien, la gran pregunta es: “¿Existe hoy dia esa honradez? ¿Se puede confiar en que el Maestro enseña y el Alumno aprende? – Ser Maestro – Maestro es quien enseña, dicen por ahí en una simplificación al absurdo puesto que, si bien, todos los maestros enseñan, no todos los que enseñan son maestros. Pongamos alguien que enseña, por ejemplo, a su hijo a caminar; pongamos a quien enseña a cocinar a su amigo, compañero, hijo o primo en quinto grado; ellos enseñan,...

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Japón – Ritos y costumbres sociales en el Budo
Sep23

Japón – Ritos y costumbres sociales en el Budo

No debería, pero confieso que me sorprende muchísimo las explicaciones sobre los ritos sociales que acompañan a la práctica de las artes marciales. No me parecen bien, ni me parecen mal, símplemente no soy yo una persona que se atenga mucho a las convenciones sociales, no a las occidentales, así que no entiendo el sometimiento a las orientales y, muchísimo menos, cuando vienen disfrazadas de espiritualidad. Que Japón y Occidente tienen claves culturales diferentes es tan obvio que nadie habla de ello, y ese es el problema, como todos lo damos por supuesto llega alguien y ofrece una explicación que encandila a propios y extraños por su originalidad. Lo primero que hay que tener en cuenta al mirar a Japón es que es un pais, una nación, que en 1868, cuando los norteamericanos se plantaron en el puerto de Yokohama con sus acorazados (los de la época), estaba en lo que en occidente se conoce como Alta Edad Media. Este hecho parece no tener mucha importancia, pero lo define todo ya que habían pasado más de 200 años desde que un dictador militar (Shogun) decretara el autoaislamiento del pais prohibiendo todo contacto con el extranjero. Por tanto, en 1868, el pais japonés se encontraba atrasado cultural, social y filosóficamente, era una sociedad tremendamente jerarquizada, clasista, estructurada en un sistema de castas sustentado por el confucionismo llamado Shinokosho (士農工商, samurai, campesino, artesano, mercader), de esta clasificación quedan excluidos los burakumin o eta, intocables, que eran las clases sociales formadas por sepultureros, curtidores y todo aquello considerado “impuro”, es decir que tuviese que ver con la idea de la muerte y la enfermedad. Las mujeres tenían un estatus diferente, con roles diferentes según su casta. Y esto tiene su importancia cultural por que el hecho hace que la cultura japonesa no evolucionase sino que se autoalimentase en un ejercicio endogámico de reforzamiento de “lo japonés” en detrimento de lo extranjero. De este modo cuando el gobierno Meiji abre las delegaciones extranjeros, los japoneses quedan fascinados por “lo occidental” en unos casos y se clama por una vuelta al pasado en otros. Japón se industrializa y logra un puesto entre las grandes potencias y llega a la II Guerra Mundial en posiciones de ganador, pero fracasa y debe perder su origen mitológico. Lo cual lleva al inconsciente colectivo a una caida en su autoestima. Las costumbres se relajan y occidentalizan, pero solo en parte, no puede ser de otra manera puesto que no se puede cambiar siglos de creencias y convencionalismos por Edicto Imperial.   Aún en los palacios más refinados, no existen las sillas, los suelos son de paja trenzada (tatami) o madera...

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Wa 和, la Armonía del Cosmos Universal.

Premisa: El idioma japonés es considerado una lengua aislada para la mayoría de los expertos, para ser más preciso de la familia de lenguas japónicas que incluye el Ryukyuano (del archipiélago Ryu Kyu donde se encuentra Okinawa). Otros expertos encuentran similitudes con lenguas primitivas coreanas y manchúes, aunque es verosímil no existen evidencias. El japonés contiene muchos cultismos provenientes del chino, debido a la invasión cultural proveniente de Corea en el siglo VI, momento en que comienzan a utilizar el lenguaje escrito chino con su propia fonética (Yamato kotoba) y añadiendo la pronunciación nativa a los signos escritos. Wa es una extraña palabra que aún con la misma grafía y contexto puede referirse a varias cosas. Por un lado la traducción más común que es “armonía” o “paz”, “tranquilidad”, pero también puede referirse a “lo japonés” debido a que el nombre de la etnia dominante, el clan “original” que conquistó Japón en su prehistoria, es Yamato 大和 (traducción habitual: 大 dai, tai: grande, gran, 和 wa, yawara: armonía, tranquilidad). Por tanto puede referirse tanto a algo armónico o a algo que es puramente japonés, por ejemplo wasitsu 和室 es una habitación decorada al estilo japonés, 和服 wafuku es la ropa japonesa lo que nosotros llamamos habitualmente “vestir de kimono”, o también y por la misma acepción puede referirse a “persona de alto rango o nivel social” (和子 wako, que semánticamente sería algo así como “persona puramente japonesa, de los yamato”) Por tanto me resisto totalmente a pensar y creer, como hace la mayoría de budokas que, además, ignoran voluntariamente el japonismo, que la Armonía sea un concepto Zen en ese afán desmedido por “zenificar” las artes marciales y lo japonés. Tuve dos profesoras de “Wa”, de lo que “Armonía” es y representa y de como representarlo. Me refiero a Sadako Komatsu, Shihan de Koike Goryu Kado, y a Toshiko Hirose, practicante de Urasenke Chado. Se me dirá que ambas vias son budistas en origen, lo cual es cierto, pero principalmente y aunque existan antecendentes en otros paises como China y Corea, son “artes”, vias puramente japonesas. Normalmente y por desconocimiento e ignorancia se tiende a creer que el Budo, especialmente el Aikido, es algo único mitad místico mitad físico pero cuando te adentras en otras artes “pacíficas” como la poesía, el Ikebana o la escritura descubres que esos principios misticoides se aplican en todas las manifestaciones de la cultura tradicional japonesa. Por ejemplo si tomamos el radical 弋 del kanji 武 vemos que se trata de dos líneas cruzadas, esto en japonés es “conflicto” no exactamente, el concepto de conflicto, de algo que rompe la armonía, el Mandato Celeste...

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Las «Técnicas Secretas»
May04

Las «Técnicas Secretas»

De los millones de mitos que existen sobre la práctica del Budo, uno de los más extendidos y relevantes es el de “Las Técnicas Secretas”. En realidad tal cosa no existe ni nunca existió o, siendo preciso en el lenguaje, no en el sentido que se le da hoy día. Para entender el concepto, hemos de remontarnos al Periodo Medieval japonés, en el que los clanes guerreros, liderados por todopoderosos Daimyo dirigían a sus ejércitos de samurai y ninja en campañas para conquistar poder, gloria y (sobre todo) terrenos y riquezas. Los clanes son, por definición, “asociaciones” de familias, todas bajo el mando único del líder del clan. Por tanto tenemos una división, una estructura social: La familia del Daimyo, los clanes vasallos y las familias de cada clan, todos luchando por una mejor posición y supremacía. Un clan podía decidir cambiar su lealtad en cualquier momento y aliarse con otro Daimyo, especialmente si dicho clan tenía cierta fama como guerreros poderosos y aquí es donde entran directamente las Okuden. La supremacía, fama y relevancia del clan y familia se decidía en el campo de batalla. Un guerrero que sobresaliese por su arrojo y número de victorias daba honor, gloria y fama a su familia y, de paso, a su clan. Era una costumbre muy extendida retar al enemigo en el campo de batalla, para ello gritaban su nombre, el de su familia y el clan al que pertenecían antes de enfrentarse en combate singular a muerte o contra varios enemigos al mismo tiempo. Su victoria le reportaría honores que, habitualmente, llevaban parejos terrenos y renta adicional. Por tanto, su entrenamiento en tácticas y técnicas individuales, con vistas a conseguir la victoria en cualquier circunstancia, les llevaba a desarrollar sutilezas de movimientos, estrategias simples pero contundentes que les capacitasen para resistir las grandes batallas. Este entrenamiento se llevaba a cabo en el seno de la familia (Otome-Ryu) o del clan bajo la supervisión del Maestro de Armas (Shihan) y, por supuesto, quedaban relegadas únicamente a sus miembros, de forma que estos entrenamientos se dividían en una especie de “materias comunes” y “la especialización en el Ryuha”, esta especialización, solo para ya practicantes avanzados era el nivel Okuden. Tras, primero la unificación y pacificación de Japón por Ieasu Tokugawa, lo que llevó a la disolución de todos los clanes que se habían posicionado en contra de éste y, más tarde, la abolición de la casta social samurai tras la Restauración del poder al Emperador Meiji, se abren los primeros “Dojos Públicos” y las artes marciales dejan a un lado su elitismo y se abren a las masas. Sin embargo se mantiene...

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