Competencias metodológicas y pedagógicas en el perfil profesional del sensei de artes marciales.

“Hacer el pollo el arroz con pollo, y olvidar el pollo”. Esa es una frase criolla de mi Cuba natal, utilizada para referirse cuando alguien hace algo y olvida lo fundamental…. Y eso sucede en las artes marciales.
Todo proceso de formación profesional parte del perfil de persona que se desea formar, específicamente en lo referido a las competencias y capacidades que tiene que desarrollar para poder cumplir eficazmente la función que de ella se espera. La importancia de ese perfil consiste en que del mismo se deriva el plan de estudios (conjunto de temas a aprender, y evaluar, dentro del proceso de formación profesional).
En el caso de las artes marciales, increíblemente, esa lógica tan simple y básica, no se cumple. Luego de haber estado durante los últimos 20 años investigando, y trabajando, en lo referido al perfil profesional del maestro de artes marciales, así como de los requisitos para su evaluación y categorización mediante el otorgamiento de licencias para enseñar en cada una de las especialidades como el karate, judo, taekwondo, wushyu, muay thai, etc. (Sensei, Renshi, Kysohi, Hanshi; Kru, Ajarn, Brahm Ajarn; Jiaolian, Laoshi, Shifu, Dashi; Kyosa, Seon Saeng Nim, Sabon Nim, Kwan Jang Nim; etc.)
La información recopilada de ese trabajo se incluye en mi libro próximo a publicar “sistema de categorización docente de los maestros de artes marciales, partiendo del nivel de cumplimiento de las competencias que componen su perfil profesional ideal”. El mismo incluye la revisión de 218 fuentes bibliográficas de autores provenientes de casi todas partes del mundo, y abarca el período de tiempo comprendido desde 1615 hasta 2004.
La alarmante conclusión que se pudo extraer de ese estudio fue que, si bien es cierto que en todos los criterios consultados se coincide en indicar como requisitos determinantes en la formación de un maestro de artes marciales los componentes (a modo de competencias profesionales) físicos, técnicos, tácticos y educativos (fundamentalmente éste ultimo); por otro lado, igualmente a manera de coincidencia casi total (salvo un escaso 2%), no hace alusión alguna a los aspectos metodológicos o pedagógicos, ni mucho menos menciona las formas en que esos aspectos deben ser evaluados (como contrariamente sí hacen con el resto de los aspectos)
Esa conclusión indica claramente una limitada comprensión de la función a realizar por el maestro de artes marciales, por cuanto, lógicamente, aún cuando se dominen los aspectos propios de la especialidad (físicos, técnicos y tácticos), y se sea una buena persona; sin la herramientas (procesos y metodologías) de trabajo adecuados, será imposible cumplir adecuadamente su función, o sea, enseñar. Esa limitación de comprensión se acentúa cuando, las categorías docentes que mayormente se otorgan bajo el incompleto perfil antes mencionado, se reconocen mayormente como Instructor, Profesor, Maestro y Gran Maestro; y más aún, se homologan (de manera relativa) con los títulos universitarios de licenciatura, maestría y doctorado respectivamente.
La recomendación a tener en cuenta es simple: En primer lugar, resulta imposible asumir que, sin evaluar la posibilidad que tiene una persona de enseñar, no se le puede permitir enseñar. En Segundo lugar, y como solución al punto anterior, en el perfil del maestro de artes marciales tiene que incluirse (además como uno de los componentes fundamentales), las competencias metodológicas y pedagógicas que describen la calidad de su accionar con los alumnos, así como incluir esos temas en los programas de formación, y también los ejercicios evaluativos y normativas para evaluarlos.
En caso contrario no solo no se está garantizando una formación (evaluación y certificación) de maestros de artes marciales acorde a la función que la sociedad espera que ellos realicen; sino que desacreditan la credibilidad y oficialidad de los títulos otorgados bajo esos conceptos.
Como siempre declare, mi trabajo se orienta desde el punto de vista científico a encontrar la verdad, independientemente de las preferencias o gustos, así como a proponer las correspondientes alternativas para solucionar las deficiencias o carencias encontradas. En ese sentido, como siempre, quizás mis palabras sea duras, pero tienen el adecuado sustento y la mejor intención.
Oss

Roberto Gonzalez Harambouren

Author: Roberto Gonzalez Harambouren

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