Un Maestro Zen con una forma muy simple de vivir, habitaba en un pequeña cabaña al pie de una montaña. Una noche, mientras el maestro no estaba en casa, un ladrón entró a la cabaña y se dio cuenta que no había nada para robar.
El Maestro Zen volvió justo en este momento y encontró al ladrón.
Dijo al extraño:
– Has hecho un largo camino para visitarme
– … y no deberías regresar con las manos vacías.
– Por favor, toma mis ropas de regalo.
El ladrón estaba asombrado, pero tomó las ropas y escapó.
El Maestro se sentó desnudo, observando la luna.
– Pobre hombre, murmuró.
– Hubiera querido darle esta hermosa luna.
Fuente: tradicional Zen
25 octubre, 2012
Es precioso…no es mas rico quien mas tiene si no quien menos necesita…