La Serpiente y el Fuego
Abr20

La Serpiente y el Fuego

Un maestro del oriente vio que una serpiente estaba muriendo quemada y decidió sacarla del fuego, pero cuando lo hizo, la serpiente le picó. Por la reacción de dolor, el maestro la soltó y el animal cayó de nuevo al fuego y se estaba quemando de nuevo. El Maestro intentó sacarla otra vez y otra vez, la serpiente le picó.  Alguien que estaba observando se acercó al maestro y le dijo: “Disculpe, pero usted es terco… No entiende que todas las veces que intentar sacarla del fuego va a molestarlo”. El maestro respondió: “La naturaleza de la serpiente es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar”. Entonces, con la ayuda de un pedazo de hierro, el maestro sacó la serpiente de fuego y salvó su vida. No cambies tu naturaleza si alguien te hace algún daño, no pierdas tu esencia; sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros la crean. Preocúpate más de tu conciencia que de tu reputación. Porque tu conciencia es lo que eres, y tu reputación es lo que piensan los demás de ti. Y lo que piensan los demás, no es nuestro problema… Es problema de ellos....

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Benefícios Emocionales de la Práctica de las KATAS-DO
Ene24

Benefícios Emocionales de la Práctica de las KATAS-DO

“Si puedes definirte porque te conoces, valoras lo que eres y pones todo ese conocimiento a tu servicio para conseguir tus objetivos, tus acciones se alinean con el sentido de tu vida”. Cuando consigues cumplir con tus objetivos la persona se siente realizada. La práctica continuada de las katas-do precisan de una sucesión de pequeños objetivos encerrados en el aprendizaje: la técnica; la respiración; el equilibrio; la potencia, etc., sumado y mantenido en el tiempo, acaba por transformar al practicante acercándole a la sensación de “sentirse realizado”. Estas percepciones fertilizan la vida social mejorando las relaciones con los demás. ¿Qué nos aporta la práctica de las katas-do? 1º. Satisface las necesidades psicomotrices que el cuerpo necesita.  Cuando la persona abandona el ejercicio que el cuerpo demanda diariamente, aparece una sensación negativa que comienza haciendo que el cuerpo pese cada vez más y más. Con el tiempo esa sensación se proyecta en la mente provocando “malestar” psicológico, es un estado de desazón que la persona no puede identificar con claridad y si lo consigue lo hace con decepción se si misma. Podemos decir que,  “LAS KATAS-DO SON DOSIS PSICO-FÍSICAS DE AUTORREALIZACIÓN”. 2º. Cuando practicas un kata, tomas conciencia de ti mismo. Te reconoces a través de los movimientos, SIENTES TU CUERPO y comprendes el sentido del movimiento. Esto es un gran entrenamiento de autorrealización. 3º. La complejidad que implica la realización de un kata induce en cada acción a que el practicante tenga una percepción clara de la realidad.  Cada instante es único e irrepetible, las técnicas y combinaciones obligan a sentir cada “aquí y ahora” produciendo una HUMILDE SENSACIÓN DE PLENITUD. Este proceso acaba por proyectarse en cualquier campo de la vida: relaciones interpersonales, con la naturaleza, con la familia, en el trabajo, estudios, etc. Uno acaba sintiendo “qué es lo realmente importante en la vida”. 4º. Cuando se realiza un kata-do: lo que se piensa, cómo se procede y lo que expresas verbalmente, debe coincidir.  PENSAMIENTO, ACCIÓN Y PALABRA se aúnan. Decimos que tu comportamiento ha sido auténtico. Extrapola este procedimiento a tu actuación en la vida y verás que tu vida será “auténtica” si sigues este CAMINO del DO. 5º. ¿Qué quiero expresar?  Cada kata presenta innumerables problemas: preparación física, memorización, técnica, pero en la practica del kata-do, a parte de todo lo anterior, se busca la parte abstracta. Cuando se realizan las katas de una manera mecánica y perfecta para ajustarse a un reglamento moda, el practicante parece un estereotipo que sigue una programación digital, pero cuando se realiza con el concepto “–DO”, es el fallo lo que produce la mayor estimulación y concienciación. Ser consciente...

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7 rasgos del buen maestro de artes marciales
Oct02

7 rasgos del buen maestro de artes marciales

¿Conoces a alguien que haya aprendido artes marciales por ciencia infusa? Seguro que no. Todos aprendemos de otros. Todos hemos tenido maestros. Pero ¿cuáles son las características de un buen maestro? Probablemente es un tema controvertido, y cada uno tendrá su opinión. Pero puede que estos 7 rasgos sean algunas de las características de un buen maestro de artes marciales: No suele hablar mal de otros, y si lo hace es con respeto Por varios motivos. Por un lado, porque el respeto suele ser uno de los valores fundamentales de las artes marciales. Cualquier persona que se haya interesado verdaderamente por las artes marciales sabe que de todo el mundo tiene algo que aportar.  Pero el maestro además, por encima de artistas marciales, ve a las personas. Todos tenemos defectos. Todos cometemos errores. Pero todos merecemos consideración y respeto. Por otro lado, la autoafirmación a través de las críticas a otros es un síntoma claro de inseguridad. Y si el maestro no está seguro de sí mismo o de su sistema… 2. No enseña trucos ni atajos, sino la forma correcta de hacer las cosas Todo alumno quiere aprende rápido, reconozcámoslo: somos así. Pero el objetivo de la práctica no es un resultado inmediato, sino un aprendizaje auténtico, duradero y profundo. Y para esto hace falta una buena guía, un gran esfuerzo… y tiempo. ¿Hay atajos? Sí, pero nos hacen perdernos parte del camino. ¿Hay trucos? Sí, pero solo sirven para engañarnos nosotros mismos. No se trata de esconder o disimular los errores del alumno, sino de corregirlos. Porque lo que no se aprende bien, de verdad, luego se echa de menos. Las cosas, con un buen maestro, tienen que estar bien hechas. Nadie dijo que aprender artes marciales fuera fácil, y de hecho, ni lo es ni debe serlo. 3. Tiene alumnos, no clientes ¡Ay, el dichoso dinero! Esto de tener alumnos y no clientes es muy fácil decirlo, pero… ¿los buenos maestros enseñan gratis? Normalmente no. Es un tema muy discutido, pero creo que puede comprenderse desde el sentido común. Hoy en día, entre maestro y alumno suele haber una relación económica. Pero no tiene por qué ser lo más importante entre ellos. Pienso que la relación maestro-alumno debería ser mucho más cercana y personal que la que tienen un profesional y un cliente. Y, sobre todo, la prioridad del maestro debería ser lo que es mejor para el propio alumno, incluso cuando esto va en contra del interés de su negocio. ¿Cuántas veces un practicante joven deja de entrenar unos meses porque necesita estudiar más? ¿Debe el maestro tratar de convencerle para que siga yendo a clase y seguir así cobrando la cuota? O si...

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Sensei
Jun30

Sensei

  La traducción más aproximada para sensei es instructor, literalmente “nacido antes”. Para ser sensei era ineludible tener mayor edad que el alumno, pues se daba por sentado que no es posible alcanzar mayor conocimiento que una persona que ha vivido más. En las artes marciales tradicionales cobraba una especial relevancia en tiempos de guerra, pues la vida del samurái estaba marcadamente acentuada por la disciplina militar. Sin embargo, fuera de ese ámbito, el valor del sensei no era tan encumbrado como la sociedad occidental entendió a finales del siglo pasado, cuando las artes marciales japonesas se extendieron por Europa y América. Fue entonces cuando se le rodeó de un halo de misticismo casi sobrenatural. En realidad, existe la denominación de sensei para cualquier oficio y por ejemplo en Okinawa, donde aún se mantiene el sistema antiguo de enseñanza del Karatedo, el sensei solo desempeña su rol durante el entrenamiento, convirtiéndose en un miembro más de la comunidad cuando abandona el...

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El “Deber” hacia el Maestro (Giri)
Ene20

El “Deber” hacia el Maestro (Giri)

Cayetano Sánchez Soy plenamente consciente de que esta entrada no va a ser muy popular y que me atraerá más de un enemigo, tampoco me importa puesto que creo sinceramente que ya va siendo hora de llamar a las cosas por su nombre. -El Giri- Como perfectamente afirma Dani Kôryu en un antiguo blog, Giri (El Deber) es  el concepto que coexiona y da sentido a la sociedad japonesa, desde tiempos inmemoriales, se encuentra en todos los estamentos de la sociedad y atraviesa la escala social. Afirma, con su habitual rigurosidad Dani Kôryu: En las verdaderas artes marciales, el concepto de giri debe seguir igualmente vivo de manera imperativa si queremos que la tradición guerrera perdure en nuestro dojos y en nuestras artes. En el japón tradicional la relación maestro-alumno es imperativamente una relación de giri. Por ejemplo, en los dojos y escuelas de artes marciales tradicionales el mero hecho de asistir a clase y pagar una mensualidad no significa absolutamente nada. El maestro o instructor de un dojo no nos está vendiendo un  producto ni un servicio, está dándonos parte de su vida, de su sacrificio. Ha dedicado muchísimos años para llegar a dominar su arte y lo ha pagado no solo con grandes sumas de dinero, sino con sangre, sudor y lágrimas. Así pues, esa mensualidad no paga nuestro entrenamiento, simplemente mantiene vivo el dojo y cubre algunos gastos del maestro, pero el deber del entrenamiento es del alumno, y su giri para con el maestro es algo que debe ir mucho más allá que una mera transacción comercial. Es absolutamente cierto y certera la frase. El Conocimiento no se vende, se transmite, de ahí que el alumno contraiga “una deuda que no puede ser saldada” con el Maestro y, al mismo tiempo, en una especie de contrato tácito y en virtud del Giri que contrajo cuando fué alumno, debe satisfacer las necesidades de aprendizaje, la sed de conocimiento del alumno. Ocurre que, como salta a la vista, todo contrato tácito está basado en “la buena fé”, en la honradez de ámbas partes, la cual se presupone y, al tiempo, era o fué uno de los pilares básicos del tan manido Bushido. Ahora bien, la gran pregunta es: “¿Existe hoy dia esa honradez? ¿Se puede confiar en que el Maestro enseña y el Alumno aprende? – Ser Maestro – Maestro es quien enseña, dicen por ahí en una simplificación al absurdo puesto que, si bien, todos los maestros enseñan, no todos los que enseñan son maestros. Pongamos alguien que enseña, por ejemplo, a su hijo a caminar; pongamos a quien enseña a cocinar a su amigo, compañero, hijo o primo en quinto grado; ellos enseñan,...

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