7 rasgos del buen maestro de artes marciales
Oct02

7 rasgos del buen maestro de artes marciales

¿Conoces a alguien que haya aprendido artes marciales por ciencia infusa? Seguro que no. Todos aprendemos de otros. Todos hemos tenido maestros. Pero ¿cuáles son las características de un buen maestro? Probablemente es un tema controvertido, y cada uno tendrá su opinión. Pero puede que estos 7 rasgos sean algunas de las características de un buen maestro de artes marciales: No suele hablar mal de otros, y si lo hace es con respeto Por varios motivos. Por un lado, porque el respeto suele ser uno de los valores fundamentales de las artes marciales. Cualquier persona que se haya interesado verdaderamente por las artes marciales sabe que de todo el mundo tiene algo que aportar.  Pero el maestro además, por encima de artistas marciales, ve a las personas. Todos tenemos defectos. Todos cometemos errores. Pero todos merecemos consideración y respeto. Por otro lado, la autoafirmación a través de las críticas a otros es un síntoma claro de inseguridad. Y si el maestro no está seguro de sí mismo o de su sistema… 2. No enseña trucos ni atajos, sino la forma correcta de hacer las cosas Todo alumno quiere aprende rápido, reconozcámoslo: somos así. Pero el objetivo de la práctica no es un resultado inmediato, sino un aprendizaje auténtico, duradero y profundo. Y para esto hace falta una buena guía, un gran esfuerzo… y tiempo. ¿Hay atajos? Sí, pero nos hacen perdernos parte del camino. ¿Hay trucos? Sí, pero solo sirven para engañarnos nosotros mismos. No se trata de esconder o disimular los errores del alumno, sino de corregirlos. Porque lo que no se aprende bien, de verdad, luego se echa de menos. Las cosas, con un buen maestro, tienen que estar bien hechas. Nadie dijo que aprender artes marciales fuera fácil, y de hecho, ni lo es ni debe serlo. 3. Tiene alumnos, no clientes ¡Ay, el dichoso dinero! Esto de tener alumnos y no clientes es muy fácil decirlo, pero… ¿los buenos maestros enseñan gratis? Normalmente no. Es un tema muy discutido, pero creo que puede comprenderse desde el sentido común. Hoy en día, entre maestro y alumno suele haber una relación económica. Pero no tiene por qué ser lo más importante entre ellos. Pienso que la relación maestro-alumno debería ser mucho más cercana y personal que la que tienen un profesional y un cliente. Y, sobre todo, la prioridad del maestro debería ser lo que es mejor para el propio alumno, incluso cuando esto va en contra del interés de su negocio. ¿Cuántas veces un practicante joven deja de entrenar unos meses porque necesita estudiar más? ¿Debe el maestro tratar de convencerle para que siga yendo a clase y seguir así cobrando la cuota? O si...

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Nunca seas profesor…
May29

Nunca seas profesor…

Masaaki Hatsumi es muy conocido como Soke de la Bujinkan y como el guardian de la tradición de los Ninja, además de famoso por haber instruido en el Arte del Shinobi jutsu a muchos Occidentales. Es decir, que rompió el secreto del que fue heredero para mostrar al mundo la otra cara del Ninjutsu. No tantos conocen que era un Maestro de muy alto grado del Estilo Shito Ryu. Las frases que van a continuación fueron pronunciadas por el. “El Budo es tan enorme que necesitas estudiar duro toda tu vida. Sigue moviéndote! No puedes solamente estudiar Budo si quieres entender el Budo.” “Nunca seas profesor, cuando te conviertes en profesor tu budo muere. Se siempre un estudiante y no pienses nunca que eres bueno.” Son dos frases para meditar sobre ellas. La primera es importante porque indica que, por muy fuertemente e intensamente que uno entrene, nunca acabará el aprendizaje, siempre habrá algo nuevo que aprender o entrenar. Además de que la Vida necesita, en línea con el Bun Bu Ryodo del Maestro Matsumura Sokon, que el practicante del Budo (y el Karate lo es) estudie y conozca otras cosas además de las técnicas propias del Budo. La segunda frase es importante también, y suele ser olvidada por los que enseñan, ya que el espíritu que hay que conservar es el del eterno aprendizaje. Si nos creemos Maestros y nos creemos que somos buenos nos estancaremos. Hay practicantes que ganan un par de campeonatos y ya se creen los reyes del mambo. Enseñar es guiar y es aprender. No es solamente demostrar, contar, y corregir, también es investigar, entender los movimientos que se enseñan, los Principios que subyacen detrás de ellos, las sensaciones que proporciona la práctica. Enseñar, al menos en mi experiencia, es aprender sobre uno mismo, sobre los diferentes alumnos, sus peculiaridades personales, su manera de entender las explicaciones, y su técnica. También ayuda a avivar el espíritu crítico y la capacidad de comprensión de lo que se ve. Creerse bueno es sumergirse en un mar de autocomplacencia, y perder la capacidad crítica que nos muestra el Kagami, el espejo. Y es no tener...

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Profesor de karate: una labor difícil
Mar07

Profesor de karate: una labor difícil

Con este artículo quiero romper una lanza a favor de esos Profesores de karate cuya labor no trasciende a las páginas de las revistas por no ganar sus alumnos grandes campeonatos, pero que día a día en sus clubs realizan una gran misión, educando, entrenando y desarrollando a numerosos niños y adultos a través de este deporte. La labor de estos hombres y mujeres no es fácil, pues a menudo tienen que hacer que sus clases gusten a gente que busca en el karate un medio de defensa, un medio de mantenimiento físico, un método para relacionarse con nuevos amigos y muchas cosas más, sin permitir que el karate aparezca de forma equivocada y dentro de la disciplina y filosofía de éste. A menudo, todo esto no concuerda del todo con lo que la mayoría busca en este Arte Marcial, pero el profesor tampoco puede traicionarse a sí mismo, ni a su Arte y su labor se hace más difícil. ANTE TODO EDUCADOR Un profesor ha de ser ante todo un educador, debe ser un almacén de ideas que sepa transmitirlas alumno. No es necesario, como a menudo se piensa, que sea un gran competidor o que tenga un alto “Dan”, esto lo único que le va a producir es una mejor propaganda que llegará más a la gente desconocedora del tema. Lo que debe tener es una gran capacidad para transmitir sus conocimientos, que por supuesto los debe poseer, de manera clara y con la adecuada progresividad, metodología, etc… El profesor ha de demostrar unas cualidades físicas y humanas también, pues el alumnos, a veces involuntariamente tiende a imitar al profesor en muchos aspectos. Este los debe conocer bien y descubrir qué es lo que verdaderamente tiene que dar a cada uno dentro del karate. Bajo mi punto de vista, el profesor debe saber mantener un ambiente agradable en clase que permita al alumno estar relajado y a gusto, pero esto dentro de la disciplina que un arte como éste tiene y debe tener. Un profesor debe idear las clases de forma amena, completa, teniendo en cuenta todos los aspectos del karate y la progresión deseada en relación con las actividades del club. La clase no es un minicursillo aislado, sino que debe guardar relación la anterior, con la posterior, con el ambiente, con la época del año… y siempre manteniendo un margen de improvisación por si hay gente nueva en clase, por si los alumnos piden algo especial o por si, simplemente, el profesor tiene un día desanimado por cualquier cosa. Un buen profesor nunca dejará en ridículo a ninguno de sus alumnos mareándole con técnicas o...

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El corcho pedagógico
Jun19

El corcho pedagógico

Cierto día, un supervisor visitó una escuela primaria.  En su recorrido observó algo que le llamó la atención: una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían un gran desorden, el cuadro era caótico. Decidió presentarse: «Permiso, soy el Supervisor… ¿Algún problema?» «Estoy abrumada señor, no sé qué hacer con estos chicos… No tengo láminas, no tengo libros, la secretaría  no me manda material didáctico, no tengo recursos electrónicos, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles…»   El inspector que era un «Docente de Alma», vio un corcho en el desordenado escritorio, lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos: ¿Qué es esto? «Un corcho señor» ….gritaron los alumnos sorprendidos. «Bien, ¿De dónde sale el corcho?». «De la botella señor. Lo coloca una máquina…», «del alcornoque… de un árbol»… «de la madera…»,respondían animosos los niños. «¿Y qué se puede hacer con madera?», continuaba entusiasta el docente. «Sillas…», «una mesa…», «un barco!». Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué Estado del país pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.   La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida: «Señor nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.» Pasó el tiempo. El supervisor volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden…   «Señorita… ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?» Sí  señor. ¡Cómo olvidarme! Qué  suerte que regresó. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?». Cuando el maestro no tiene vocación o alma de maestro,  nunca encuentra el corcho!!!   Foto...

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Una buena lección
May23

Una buena lección

Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones. Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias. El alumno dijo al profesor: – Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre. – Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre. Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo. Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda. Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre. El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas. – Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma? El joven respondió: – Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir. Foto portada: Natalia...

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