Cuentos Seleccionados

1. La Rosa y el Sapo



Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa mas bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordena al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Esta bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo pasa por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:

Vaya que te ves mal. ¿Que te pasa?

La rosa contesta:

Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.

El sapo solo contesta

Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja:

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos «sirven» para nada. Dios no hace a nadie para que sobre en este mundo, todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.

2. El hombre y la culebra


Un hombre, pasando por un monte, encontró una culebra que ciertos pastores habían atado al tronco de un árbol, y, compadeciéndose de ella, la soltó y calentó.
Recobrada su fuerza y libertad, la culebra se volvió contra el hombre y se enroscó fuertemente en su cuello.
El hombre, sorprendido, le dijo:
– ¿Qué haces? ¿Por qué me pagas tan mal?
Y ella respondió:
– No hago sino obedecer las leyes de mi instinto.
Entretanto pasó una raposa, a la que los litigantes eligieron por juez de la contienda.
– Mal podría juzgar – exclamó la zorra -, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir los hechos.
Entonces el hombre ató a la serpiente, y la zorra, después de comprobar lo sucedido, pronunció su fallo.
– Ahora tú – dirigiéndose al hombre, le dijo -: no te dejes llevar por corazonadas, y tú – añadió, dirigiéndose a la serpiente -, si puedes escapar, vete.

Atajar al principio el mal, procura;
si llega a echar raíz, tarde se cura.

3. Los dos ratoncitos


 

Un ratón de la ciudad invitó a merendar a otro compañero que habitaba en el campo, y hallándose juntos en la bien provista despensa de un palacio, dijo el ratón de casa al campesino:
– Amigo mío, come lo que gustes y sin cuidado, que las provisiones son variadas y abundantes.
Ya habían comenzado a saborear las mejores viandas, cuando de repente y con gran estrépito, el cocinero abrió la despensa. Los ratones, asustados, escaparon cada uno por su lado. Al marcharse el cocinero, salieron de nuevo los comensales, y el campesino, tomando la palabra, preguntó al ciudadano:
– ¿Es aquí frecuente el peligro?…
– Sí, contestó el otro, esto sucede muy a menudo, y por lo mismo no debes tener cuidado.
– ¡Ah! – repuso el campesino -. ¡Con que esto acontece todos los días! Es cierto que vives en la opulencia, pero con todo, prefiero mi pobreza del campo a la zozobra en que habitas.

Bien está Pedro en Roma, aunque no coma.

 

 

 

 

4. Los 1000 espejos


Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.

El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta entre abierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él! Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo: Qué lugar tan agradable! Voy a venir más seguido a visitarlo!

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir; vio como los 1000 perritos le gruñían a el. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: «Qué lugar tan horrible es este! Nunca más volveré a entrar allí!» En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:»La Casa de los 1000 Espejos»

Lo que hay dentro de nosotros, eso es lo que reflejamos.

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Author: Rincondeldo

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