Texto de Esteban Pérez Matas sobre Santiago Velilla

Alabanzas del caballero D Santiago de Velilla y Fuentes

Cuéntase por estos lares que es un valeroso hombre sin nada en las manos, defensor de las causas justas y sobre todo, amigo de sus amigos.

Dícese de él que siendo mozo, halló gozo en practicar una especie de arte guerrero llamado Boxeo, especie de lucha con los puños, exportado por alguno de aquellos “bucaneros” de la pérfida Albión, más no contento con esto y buscando alguna otra experiencia, dio de bruces con un grupo de extraños seguidores de una especie de lucha con manos y pies, traída por otro grupo de extranjeros, esta vez de allende los mares, dicen que de donde nacía el Sol, astro rey de nuestros cielos y al que agradecemos muchas de las bonanzas de esta nuestra España.

El nombre de tan extraño arte de combate era Karate, parece ser que en la lengua indígena viene a significar “el que no lleva nada en las manos” pero a fé que después de ver lo que son capaces de hacer, no habrá quien quiera comprobarlo

Consiguió un alto grado de maestría en la práctica de este “Arte guerrero” practicando duramente y con la constancia y cabezonería de un buen “maño” en algunas de las variadas “ordenes militares” que las poseían, por cierto de nombres arto difíciles para cualquier neófito, escuchen vuesas mercedes algunas de ellas:

(Goju-ryu, Shotokan, Kiokushin-kai, Nambu-do, incluso una de ellas llamada Shito-ryu) no me digan que no tienen inventiva a la hora de ponerles los nombres a una especie de orden de caballería.

Pues bien, dicen muchas de las lenguas, de muchos practicantes de un altísimo nivel técnico, de cada una de las ordenes anteriormente referidas, que D. Santiago consiguió un nivel técnico y práctico de los mas altos de la época, batiéndose bravamente en muchas de las innumerables “justas” que acontecían por todo el territorio patrio.

Por supuesto en estas justas, solo se trataba de demostrar el grado de habilidad y valentía de cada uno de los caballeros, teniendo muy a bien respetar y honrar a cada uno de los oponentes, pues también se trataba de gentes de buen facer y alto sentido de la lealtad y justicia.

Sus amplios conocimientos le hicieron merecedor de una de las primeras “Armaduras negras” de la época, las cuales se concedían solo a unos pocos de los guerreros mas valerosos y que hubieran demostrado poseer una gran habilidad en dicha materia guerrera.

Fue llamado al ejercito del Señor de aquella época y partió por un tiempo hasta unas islas que poseía este y que dicense afortunadas, porque el clima allí es de tanta bonanza que no es preciso usar ropa de abrigo en ninguna estación del año, digo yo, que hállanse recónditos lugares en el mundo que seguramente merecense ser visitados, voto a bríos.

Allí hizo honor de su condición de Caballero e instruyó en su noble arte a algunos de sus compañeros de armas, los cuales tienen un grato recuerdo de las andanzas vividas

Una vez regresó a tierras mañas después de aquellas Cruzadas y gracias a sus conocimientos, llegó a poseer su propio “ejercito de practicantes” que también recorrieron con sus batallas, no solo nuestra península, sino que fueron llamados a “guerrear” en numerosos Torneos con caballeros de otras tantas y variadas “ordenes militares”

Viajó allí donde nos separan los Pirineos e incluso hubieron de facer largas travesías en barco y en alguno de esos artilugios del demonio, llamados aviones, que solo el Creador puede entender como son capaces de flotar entre las nubes, pardíez.

En una de estas, casose D. Santiago con Lady Vitoria, una guapa moza riojana, que fue quien le supo acompañar y a veces comprender, no sin supremo esfuerzo, en toda esa vida de esfuerzos y penurias, porque no me digan vuesas mercedes, si no es arduo trabajo estar todo el día de aquí para allá, madrugando, contando, sudando y entrenando todos y cada uno de los movimientos que han de practicarse para conseguir tal maestría, vive Dios que no es de deseárselo ni al más pintado.

También por “gracias a sus sapiencias y experiencias” en este arte de combate, fue reclamado desde la Villa y corte, por una “orden superior” que aglutinaba en aquel momento a casi todos los “ejércitos” y preparaba las “justas” de la época, llamábase Real Federación Española de Karate y allí le fue entregado el encargo de preparar una especie de Pergamino oficial, para dar a conocer noticias y sucedidos de la época en relación con todo lo anteriormente expuesto, llamóse La Revista Karateca y fue famosa entre las gentes de este grupo de extraños caballeros que practicaban este arte llamado Karate.

Héte aquí que, por mor de las circunstancias, conocí yo por aquellos días a tan hidalgo Señor y nació entre nos una grande y verdadera Amistad que hasta hoy perdura y a fé que ha de cumplir, no años sino lustros más entre nosotros.

Conocí pues a su familia y quedé también yo prendado de Lady Victoria, una dulce y amorosa dama que cuidó y aún lo hace, cada vez que tengo la posibilidad de visitarla, tanto de mí como de mi familia, nada que presumir por mi parte, pues tan dispuesta dama tiene a bien poseer esa condición (cuidar de todos los que por ventura habitan o visitan su morada).

Que puedo decir de sus hijos, Ana Pilar, la sonrisa eterna la determinación hecha mujer, nada hay que la detenga y eso que la vida la ha movido mucho más que a otras de las personas que conozco y de Santi, su hijo, tiene las piernas más largas que el pescuezo, como decía mi santa abuela, la mente más perspicaz y la capacidad mas “larga” que conozco, no en vano posee alrededor de metro y noventa centímetros de humanidad, pues bien lo mas grande no son las piernas sino el corazón, este no es capaz de albergarlo un cuerpo tan grande, alguna vez he pensado que lo lleva en la bolsa de sus armas, porque sí, el también ha seguido la “Cruzada” que siguió su progenitor, posee uno de los “ejércitos” y algunos de los mas valerosos guerreros, con mas trofeos en las justas españolas y extranjeras.

Tuve el honor de juntar mis huestes ( sí, yo también estoy inoculado de este veneno llamado Karate) a las suyas, en un sinfín de ocasiones viajamos aquí y acullá, dormimos en fondas o en los caminos si era menester, compartimos días que siempre se hacían cortos, pues sus conocimientos y su entusiasmo eran tales, que nadie quería que aquello terminara, pero el lado bueno era que, como quedábamos hambrientos de conocer, nos daba la razón perfecta para repetir mas días en cualquiera sitio que nos propusiéramos unos u otros.

Don Santiago Velilla, ahora que estamos mas cerca de nuestro descanso, quiero darle a Vuesa Merced el mas grande de los abrazos, pocos, si acaso alguien, se merece mas que vos el reconocimiento de todos los ejércitos, de todas las ordenes de caballería habidas y por haber, de este extraño modo de lucha llamado “ El que no lleva nada en las manos” porque así es como vinimos aqueste lugar y asin deberá ser que partiremos, sin nada en las manos, pero lo que si nos llevaremos es haber conocido y compartido vida y viaje con “Guerreros como VOS” mi querido y admirado AMIGO.

Y aquí relato mis alabanzas a D. Santiago de Velilla y Fuentes, por parte de una persona que tiene el honor de llamarle,

Mi hermano “El que no lleva nada en las manos”

Que Dios guarde a Vuesa Merced muchos años

Esteban de Pérez y Matas