Cómo un profesor puede cambiar la vida de sus alumnos

Rebeca Recio Berlanas -Licenciada en Psicología

 

Todos recordamos a muchos de los profesores con los que hemos compartido aula. A algunos, de forma positiva y con afecto y a otros con reproches o malestar. La relación entre profesor y alumno es un vinculo potencialmente inspirador que puede orientar, reforzar y sacar lo mejor de cada niño. Son muchos los profesores que conocen del papel tan importante que ocupan en la vida de sus alumnos y actúan desde el privilegio y la responsabilidad que supone. Algunos aspectos que podemos tener en cuenta en el ejercicio profesional son: Educadores como modelo Las actuaciones de los profesores son un referente para los escolares. Los alumnos perciben lo que hacen y dicen los profesores y tienden a imitarlos. La influencia es muy amplia, va desde el modo de relacionarse, las actitudes, los valores, la interpretación emocional de situaciones, etc. Los maestros son conscientes de esto y utilizan el modelado (proceso de aprendizaje a través de la observación, en el que la conducta de un sujeto, actúa como estímulo para generar conductas, pensamientos o actitudes semejantes, en otras personas que observan su actuación) como método para enseñar nuevos contenidos, pero¿qué sucede con aquellas cosas que estamos transmitiendo de manera no intencional?Por ejemplo, si me cuesta admitir mis errores, trasmitiré sin quererlo, que equivocarse es algo negativo. Aunque de manera consciente considere que es normal equivocarse, puede que con mi comportamiento esté transmitiendo otro mensaje.

«Es recomendable que los profesores puedan pedir ayuda a un profesional si se encuentran con algún aspecto más difícil de manejar»

Pero los profesores son personas, y como todos tienen derecho y necesidad de equivocarse. Por ello, es importante que puedan desarrollar una adecuada capacidad de introspección y reflexión, que les permita darse cuenta de ello y trabajarlo. Como en el ejemplo anterior, para integrar el error como parte del proceso de aprendizaje. Pero no sólo de forma teórica, sino adaptándolo a su realidad cotidiana, para después transmitirlo de forma espontánea a sus alumnos. Es recomendable que los profesores puedan pedir ayuda a un profesional si se encuentran con algún aspecto más difícil de manejar. Ya que el progreso en el manejo de sus emociones y pensamientos va a repercutir de forma positiva tanto en su labor docente como en su vida personal. El ambiente del aula Existen dos realidades educativas desde las que crear esta convivencia, una más explicita, que englobaría el discurso del profesor y las actividades programadas. Y otra implícita, que es el entorno que envuelve las relaciones que se establecen en el aula, en la medida en que en éste impera la comprensión, el respeto, la confianza, la comunicación, el reconocimiento, la sinceridad y la cooperación. Además, permite a los niños ser ellos mismos y exponerse de forma segura. Este contexto de seguridad facilita que los niños se sientan cómodos mostrando sus dudas, dando opiniones, contando cosas de si mismos, etc. Desde la tranquilidad y la autenticidad, con la relevancia que esto tiene para la construcción de su personalidad, la imagen de si mismos y de los demás. Educación congruente y personalizada Es importante que el profesor, como el resto de personas de referencia para el niño, transmita los mensajes de forma congruente desde los diferentes canales. Lo que decimos (de forma verbal y no verbal), como lo decimos, lo que hacemos, cómo lo hacemos. Pero no se trata sólo de coherencia entre nuestro discurso y nuestras actuaciones, si no de adaptarnos a las necesidades de cada alumno. Podemos enseñar una misma cosa de muchas formas, y son muchos los medios y materiales que tenemos a nuestro alcance para poder trabajar aspectos emocionales con los alumnos. Como plantean ya muchos autores, existen múltiples y diferentes formas de aprender, y es aquel que dedica su vida a la enseñanza el que ha de encontrar la más beneficiosa para cada alumno. Aquella que le lleve a sacar el mejor partido de sus capacidades. El educador necesita adaptar la enseñanza al educando, personalizándola. Relación con la familia En ocasiones, este puede ser un tema complicado. Pero el niño todavía es una persona dependiente, que se desarrolla dentro de un sistema familiar concreto que es, quitando situaciones especiales, el mejor para él, porque es el suyo, el único que tiene. Tanto padres como profesores son figuras de referencia para el niño, y por ello tenemos la responsabilidad de educar de forma conjunta. Sería “raro” pedirles a los niños que sean ellos los que hagan el esfuerzo de aunar nuestros criterios u obligarles a que convivan con posiciones encontradas.

«Los niños pequeños necesitan que el adulto se adapte a sus necesidades, ritmos y modos»

Necesitamos ayudar al niño a que se desarrolle de manera adecuada y pueda dar lo mejor de sí, tanto en casa como en el colegio. Como adultos con un objetivo común, ambos agentes sociales debemos, en la medida de lo posible, dialogar hasta llegar a un consenso efectivo, desde el que poder cooperar, para dar la mejor educación a los niños. La comunicación fluida entre el tutor y los padres es el mejor medio para ello. Muchos colegios lo llevan a la práctica a través de agendas, Internet o tutorías frecuentes. Además, los profesores, como expertos en el desarrollo y el aprendizaje infanto-juvenil, pueden orientar a los padres ante algunas dudas que estos puedan tener sobre maneras de ayudar a estudiar, cuando es mejor realizar cambios, etc. Evolución del vínculo En nuestro país, actualmente los niños se integran en el sistema educativo siendo aún muy pequeños, lo que hace necesario que los maestros y profesores atiendan necesidades que en otros momentos corresponderían a los padres. Los niños pequeños necesitan que el adulto se adapte a sus necesidades, ritmos y modos, desde la disponibilidad, eficacia y sensibilidad que proporcionan un vinculo seguro. De este modo, es importante que los profesores, sobretodo en las primeras etapas, que en su mayoría son muy calidos, cuenten con las habilidades necesarias para proporcionar al niño el contexto adecuado para desarrollarse de forma funcional. A medida que los niños crecen, sus necesidades vinculares van cambiando. En los primeros años de primaria, el niño necesita sentirse comprendido, escuchado y aceptado (igual que antes), pero las muestras de afecto pueden espaciarse o ser menos intensas, dando lugar a un mayor apoyo y capacitación para realizar las tareas de forma autónoma. Diferentes estudios, como el realizado en 2000 por Howes, Phillipsen y Peisner-Feinberg, muestran que la calidad de las interacciones que establecen los niños con los primeros profesores influyen sobre las relaciones que establan con los profesores de cursos posteriores.

«Los profesores necesitan contar con recursos que les permitan atender a los alumnos sin descuidarse»

En ocasiones resulta muy costoso para el profesor atender la singularidad de cada niño (de la veintena o treintena que tiene en el aula), cubrir los objetivos curriculares y tener en cuenta el resto de dimensiones del ser humano (emocional, valores, creatividad, etc). Pero el niño es un ser complejo, dentro del que todas la áreas mencionadas confluyen y se interrelacionan, por lo que los progresos de cada una se verán reflejados en las demás. En un estudio realizado hace dos años por Moreno, se observa que aquellos niños que mantienen relaciones más armónicas y seguras con los profesores, son más receptivos a los estímulos cognitivos. Contribuciones de los profesores para favorecer la seguridad emocional en la escuela: – El profesorado debe tomar conciencia de la relevancia de su papel como modelo para el niño. – La reflexión de los profesores sobre las expectativas propias y sus estilos de relación con el alumnado ayudan a la mejora y el ajuste de ambos. – Los profesores necesitan crear un ambiente cálido y acogedor, en el que los niños se sientan seguros y en el que se atiendan sus necesidades. – Las interacciones profesor-alumno deben caracterizarse por la sensibilidad, disponibilidad y coherencia. – Los profesores pueden ayudar a que los niños construyan una imagen positiva de si mismos. Reforzándoles, generando expectativas de logro adecuadas y facilitando que el menor se sienta aceptado. – Es importante que se respete el ritmo de adaptación y aprendizaje de cada menor. – Los niños necesitan que familia y escuela trabajen de forma conjunta, para ofrecerles una mejor educación. – Y para poder realizar todas estas tareas tan importantes y complejas de manera adecuada, el profesor necesita cuidarse. Es un trabajo de mucha responsabilidad, en ocasiones no reconocido y en el que los resultados no siempre son observables a corto plazo. Por lo que los profesores necesitan contar con recursos que les permitan atender a los alumnos sin descuidarse.

Centro de Psicología Psycos

Fuente: El Confidencial (Con autorización de la autora)

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Author: Rebeca Recio Berlanas

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