¿Es importante la comprensión de la historia del Karate? ¿O es una distracción irrelevante desde la persecución de la eficiencia combativa?

¿Es importante la comprensión de la historia del Karate? ¿O es una distracción irrelevante desde la persecución de la eficiencia combativa? ¿Quizá puede que sea ambas cosas? Desde mi punto de vista la “historia” puede ser una fuerza tanto para el progreso como para el estancamiento y en este artículo me gustaría hablar sobre varias cuestiones relacionadas con la historia del Karate y de cómo pueden afectar nuestro enfoque del arte hoy.

Aquellos que estén familiarizados con mis artículos anteriores sabrán que yo distingo entre “pragmatistas” e “historiadores”. Un historiador sería alguien que está interesado en cómo se practicaban las artes marciales en el pasado. La precisión histórica sería su principal preocupación. En cambio, un pragmatista es alguien que quiere hacer las artes marciales tan eficientes como sea posible en el mundo actual. La efectividad combativa sería su principal preocupación. Aunque pienso que la historia de las artes marciales es de gran importancia, me clasificaría a mí mismo no obstante como pragmatista ya que siempre coloco la eficacia combativa por encima de la adherencia a las prácticas de la historia.

Mi identificación personal como pragmatista puede que sorprenda a algunos debido al fuerte énfasis que hago en la importancia de los katas tradicionales. Sin embargo, el kata forma parte de mi práctica precisamente porque sirve a mis objetivos como pragmatista. No practico kata por interés histórico o para “permanecer fiel a la tradición”. Practico kata y bunkai por mi interés en su aplicación combativa.
Cuando empezamos nuestra práctica marcial nos enseñan el sistema de nuestros profesores. A medida que pasa el tiempo, deberíamos empezar a discriminar y decidir qué aspectos de esa enseñanza deseamos mantener tal cual, qué otros tenemos que reinterpretar, y qué aspecto descartaremos completamente. Éste es el proceso “shuhari” y hablé sobre el mismo en mayor detalle en otros artículos y podcasts.

Como parte de mi propio desarrollo marcial, hay prácticas que he descartado. Por ejemplo, en mi dojo no hacemos combate a un paso (N.T.: ippon-kumite), a tres pasos(N.T.: sanbon-kumite) y a cinco pasos (N.T.: gohon-kumite). Me importa poco que estas prácticas me fueran transmitidas. También me importa poco que tales prácticas pudieran ser consideradas “tradicionales” (aunque yo personalmente discutiría esa definición) o de importancia histórica. En mi experiencia tales prácticas no conducen a la eficiencia combativa – de hecho se interponen en su búsqueda al introducir muchas falsedades – y por tanto no las he mantenido como parte de mi práctica.
Puedo asegurar que si hubiera encontrado el kata y bunkai (aplicación del kata) de poco valor combativo, también lo habría descartado sin vacilación. También apoyo completamente a aquellas personas que no han encontrado valor en el kata y por consiguiente lo han descartado de su práctica. Sin embargo, mi experiencia personal ha sido que el kata ha tenido mucho que ofrecer y por lo tanto es fundamental en lo que yo hago. Reiteraré que el kata es fundamental en lo que hago, no porque sea “histórico” o “tradicional”, sino porque ha demostrado ser valioso para mí y mis alumnos por su valor combativo.

Kata fue algo que me fue enseñado como parte de mi estudio marcial inicial. Conforme pasó el tiempo, me esforcé por comprender el kata en mayor profundidad. Cuanto más estudié el kata, más valor combativo encontré en ellos. El kata proporcionó un programa de estudios y una estructura para los aspectos físicos de “auto-protección” o “combate civil” de mi estudio y enseñanza. Encontré en kata y bunkai (aplicación del kata) una parte muy valiosa de mi práctica y enseñanza; así que invertí más tiempo en su estudio y práctica.

Como parte de mi estudio de kata, era importante que entendiera el proceso de su desarrollo. Necesitaba apreciar, para qué fue el kata creado originalmente y cómo la práctica de kata y los kata en sí mismos se han desarrollado a lo largo del tiempo. Descubrí que el kata era originalmente un método de asegurar que la información relevante para el combate civil era preservada y transmitida a través de generaciones. El kata fue posteriormente reinterpretado a principios de los años 1900s como un asunto muy formal de karateka contra karateka.

(He escrito sobre esto en otras partes y pediría a cualquier interesado en ello que revisara artículos previos o la sección de artículos de Iain Abernethy.com).
(N.T.: Muchos de los artículos han sido traducidos y están también disponibles en castellano en la sección de “Lecturas” de shotokankaratedo.es).

Así que para poder encontrar valor en el kata, necesitaba ser consciente de estos cambios históricos de forma que pudiera quitarlos para conseguir la eficiencia combativa que buscaba. Aunque soy un pragmatista, definitivamente era necesaria la comprensión de la historia para conseguir ese pragmatismo cuando se trataba de kata y bunkai. Todo esto nos lleva a una distinción muy importante.
Yo creo que mi enfoque respecto al kata y bunkai está en línea con la información histórica que tenemos disponible, y también creo que es combativamente funcional. Pero, ¿puedo decir que los puntos específicos del bunkai que enseño son exactamente los mismos que las técnicas combativas que dieron lugar al kata en un primer momento?

En un pequeño número de casos – donde tenemos referencias específicas a ciertas acciones, es decir, una luxación de brazo en Naihanchi y el doble levantamiento de piernas en Passai (ambos referenciados en los primeros escritos de Funakoshi) – la respuesta sería “Sí”. Pero en la mayoría de casos, no podría tener la certeza de que mi bunkai es el mismo que el bunkai del creador: porque esa información no está disponible. Puedo tener la certeza de que los preceptos que dieron lugar a ese bunkai son los mismos; por ejemplo el hecho de que el ángulo en el kata representa el ángulo en el que estás en relación al oponente está referenciado en los escritos tanto de Mabuni como de Motobu. Así que yo esperaría que al tratar el mismo problema (conflicto civil), mediante el estudio de la misma solución (kata) a través de un conjunto común de principios, que los resultados finales fueran similares. Pero no podemos estar seguros de que serían exactamente los mismos. De vuelta a la importante distinción: Para un historiador – que está interesado en los puntos específicos de cómo se hacían las cosas en el pasado – esto es un problema ya que no hay certeza histórica firme. Pero como pragmatista, importa poco si el bunkai que está siendo practicado es “históricamente puro” o no. Lo único que importa es que funcione.

No hay indicios para que el historiador extraiga ciertas conclusiones sobre los puntos específicos del bunkai. Podemos descartar cosas no obstante, porque aunque puede que la información no esté ahí para confirmar puntos específicos, puede que estén las pruebas para descartarlas. Sin embargo el hecho es que el historiador depende de la información histórica para obtener validez. El pragmatista, no obstante, puede probar sus conclusiones en entrenamiento en vivo y por consiguiente la validez puede ser fácilmente confirmada o negada. No es la adherencia al pasado lo que deberíamos estar buscando, sino adherencia a lo que funciona. Al fin y al cabo, ¡ese era el proceso adoptado en el pasado! Más adelante hablaremos más sobre esto.

Antes de continuar con esta discusión, vale la pena destacar para aquellos que piensan que el bunkai pragmático es una “falsedad moderna” (y hay unos cuantos de ellos), que no existe la evidencia histórica para mantener su punto de vista de que el kata se trata de otros karatekas esperando pacientemente en los ocho puntos cardinales de la brújula para lanzar sus oi-zuki en el momento justo… ¡y ni un instante antes!

Ciertamente hay algún escrito relativamente moderno que propugna ese punto de vista, pero no hay nada para sugerir que tales prácticas formaban parte del Karate antes de que éste alcanzara las costas de las islas principales de Japón. No obstante hay pruebas para afirmar que semejantes prácticas no formaban parte del Karate antes de ese periodo. Así que el bunkai coreografiado de karateka contra karateka no sólo no funciona en la práctica, sino que además hay poco sobre lo que pueda sostenerse históricamente.

El punto clave que quiero destacar aquí es que, desde mi punto de vista como pragmatista, siempre deberíamos colocar el pragmatismo por delante de la adherencia tanto al dogma histórico como al seudo-histórico. Hay valor en la historia en tanto que nos ayuda a conocer nuestros fundamentos, pero deberíamos construir sobre estos fundamentos y calibrar por efecto, no percibida “precisión histórica”. ¿Somos artistas marciales o recreadores de batallas históricas? ¿Queremos saber si nuestras habilidades son válidas hoy? ¿O si habrían sido válidas en una era pasada?

A mi modo de ver ser “tradicional” no se trata de aferrarse rígidamente al dogma histórico, sino perseguir aquello que siempre ha sido perseguido (bueno, a excepción de las últimas décadas). Cuando tomamos lo que nos ha sido transmitido y hacemos todo cuanto podemos para asegurar e incluso aumentar la eficiencia combativa a través de la acumulación de información, pruebas y mejoras, estamos recorriendo el camino que los maestros del pasado recorrieron y es entonces cuando estamos siendo tradicionales. No deberíamos quedar “atascados en el pasado” ya que una cosa en común a todo lo que está en el pasado es que ya no está vigente. El Karate morirá si hacemos demasiado hincapié en la historia.

¿Nos aferramos a algo que sabemos que es menos eficiente porque es “histórico”? Un historiador o “recreador de batallas” puede que lo haga. Pero como artista marcial moderno que quiere habilidades utilizables, esa parecería una postura extraña y poco convincente. Y sin embargo la vemos continuamente.

He perdido la cuenta de las veces que “artistas marciales tradicionales” rechazan métodos evidentemente efectivos en base a que “no es tradicional”, “no es lo que hacían en el pasado”, “no es lo que el maestro tal o cual enseñó originalmente”, o “no es como se hace en mi ‘estilo’”. Esto son todo ejemplos de la historia pasada colocada por delante de la funcionalidad. Y, quizá paradójicamente, ¡no es lo que los viejos maestros hicieron! Gichin Funakoshi (fundador del Karate Shotokan) en “Karate-do: Mi camino” dijo de sus dos principales profesores: “Tanto Azato como su buen amigo Itosu compartían al menos una cualidad de grandeza: no sufrían de ninguna envidia mezquina de otros maestros. Me presentaban a otros maestros que conocían, instándome a aprender de cada uno las técnicas en las que destacaban.” Así que podemos ver cómo Azato, Itosu y Funakoshi estaban contentos con la idea de buscar los mejores métodos ahí fuera, en contraposición a aferrarse rígidamente a las enseñanzas de cualquier único maestro o método.

Los maestros okinawenses no preservaron sus artes nativas o los sistemas chinos; los combinaron e intentaron mejorarlos. De hecho, si miramos lo sucedido, ni una sola generación mantuvo las cosas exactamente igual que le fueron transmitidas. Todos tomaron aquello que les fue enseñado y trataron de mejorarlo. ¡Así es como todos los diferentes estilos evolucionaron en un principio! Ni uno solo de los maestros de la generación clásica tomó aquello que le había sido enseñado y lo transmitió totalmente inalterado sin revisión, sustracción o adición.

Citando de nuevo a Funakoshi en “Karate-do: Mi camino”: “Los tiempos cambian, y obviamente las artes marciales deben cambiar también.” En la misma secciónFunakoshi habla sobre los cambios del Karate durante su propia vida. ¡El cambio es tradicional!

Esta idea de que las cosas han sido transmitidas sin cambiar a lo largo de interminables generaciones es puramente un mito. No quiero entrar demasiado en esto, pero creo que la noción de las cosas que permanecen fijadas históricamente sólo surge realmente cuando ya no estás calibrando por efecto – y las cosas se han torcido tanto que la efectividad se está perdiendo – y necesitas un nuevo dato sobre el que medir la “mejora”. Así que se fija un “estándar” arbitrario – que se justifica con el mito de ser “tradicional” o “históricamente puro” – y entonces ya no estamos persiguiendo aquello que los maestros buscaban originalmente, sino que en lugar de ello hemos “deificado” una concha vacía.

Permítanme dejar totalmente claro que de ningún modo estoy diciendo que el Karate que se nos ha dado no debería ser valorado o respetado. ¡Todo lo contrario! Es una información estupenda que nos ahorra tener que empezar desde cero. Como en todos los campos de la gesta humana, lo que se nos transmite y no necesitamos “redescubrir” nos proporciona una base sobre la que construir. Sin el trabajo de aquellos que nos precedieron, ¡no tendríamos esa inestimable base! Así que deberíamos construir sobre esa base para con suerte proporcionar una mejor base a la siguiente generación.

Cuando vemos la “historia” como algo a lo que debemos adherirnos rígidamente, matamos todo progreso. ¿Se imaginan si científicos, inventores, doctores, etc. decidieran todos ellos que lo que les fue transmitido debería ser preservado rígidamente en lugar de ser utilizado como base para un mayor progreso? La civilización se estancaría, quizá incluso empezaría a deslizarse hacia atrás.

Es mi punto de vista que traicionamos el trabajo de los maestros pasados y lo deshonramos cuando decimos que nunca debería ser alterado. Porque cuando hacemos eso, aseguramos el estancamiento y desaparición del Karate y contribuimos a la muerte del arte que los maestros pasados trabajaron tan duro para crear y desarrollar. Cuando más honramos el pasado es cuando lo utilizamos como una base desde la que aprender y desde la que podamos hacer lo mejor en nuestra mano para hacer avanzar todavía más el arte.

Un punto muy importante es que no todo necesitará ser revisado o desarrollado. Tenemos que ser cuidadosos de evitar el cambio por el cambio para proporcionar la ilusión de progreso. Si ciertos aspectos de lo que ha sido transmitido están funcionando bien tal y como están, entonces por supuesto deberíamos mantenerlos como están (mientras aceptamos al mismo tiempo que generaciones futuras puede que no estén de acuerdo y lo cambien totalmente). Deberíamos concentrar nuestros esfuerzos en las áreas donde creemos que tenemos la información y experiencia para hacer auténticas mejoras. Así que está lejos de ser o todo o nada.

¡Me escriben personas (tanto tradicionalistas como modernistas) para objetar que no soy consistente! A los modernistas generalmente les gusta el pragmatismo de lo que hago, pero no les gusta, o les confunde el hecho de que hago un gran hincapié en el kata. A los tradicionalistas por otro lado, les gusta el hecho de que valoro el kata, pero se enfadan cuando combato diferente (es decir, holísticamente) y rechazo cosas como el combate a tres pasos. Ellos lo ven como si fuera cuestión de todo o nada. Los tradicionalistas en particular se molestan cuando estoy de acuerdo con algún maestro pasado sobre algún punto, pero estoy en desacuerdo sobre algún otro. Según ellos, eso es ser “inconsistente”. Pero yo no lo veo así. No tengo que aceptar o rechazar el pasado completamente. Tampoco tengo que estar completamente de acuerdo o en desacuerdo con los maestros del pasado (o con cualquier otro en lo que respecta). Es un asunto de cuestión a cuestión, técnica a técnica, y práctica a práctica. Es una cuestión de tomar lo que funciona para mí y rechazar aquello que no me funciona. Es simplemente una cuestión de elegir pragmatismo sobre dogma histórico.

Como digo frecuentemente en los seminarios, hay dos errores muy comunes cuando se trata de artes marciales tradicionales:
Error 1: Pensar que los viejos maestros acertaron en todo (como son propensos a pensar los tradicionalistas más estrechos de miras).
Error 2: Pensar que los viejos maestros se equivocaron en todo (como son propensos a pensar los modernistas más estrechos de miras).

La verdad, como suele suceder, se encuentra entre los dos extremos. La historia ha transmitido algunas cosas increíblemente efectivas, pero no todo lo transmitido es increíblemente efectivo. Necesitamos discriminar y examinar todo lo que ha sido transmitido sin sistemática aceptación o rechazo.

Soy muy afortunado de poder pasar mucho de mi tiempo viajando por el mundo e intercambiando ideas con otros artistas marciales. Lo que veo es un número creciente de karatekas que están haciendo honor a sus raíces históricas estudiándolas en profundidad, no para adquirir conocimiento por conocimiento, sino para asegurar total relevancia en el mundo moderno y asegurar el crecimiento del arte. Esto conduce a una forma de Karate que está viva y vibrante y tiene un brillante futuro. Sin embargo, aquellos karatekas que eligen estar totalmente ligados al pasado – a través de un equivocado sentido de “tradición” – provocarán que su Karate se estanque y se convierta en una cosa del pasado. ¡La ironía por supuesto es que no están siendo verdaderamente tradicionales al hacer eso!

El Karate tiene una fuerte historia de la que todos los karatekas, independientemente de su enfoque elegido, deberían estar muy orgullosos. No obstante, yo diría que mirar hacia el pasado únicamente tiene valor cuando utilizamos esa información para avanzar hacia el futuro.

Autor: Iain Abernethy

Iain Abernethy

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2 Comments

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    Hola a todos, soy Alfonso Riera, autor de dos volúmenes de Karate Kata y Kumite Kata Evolutivos. Cuando leo artículos como el de Iain me siento bien pensando que no soy el único que se atreve a analizar, y porque no, criticar muchas cosas anacrónicas y hasta absurdas del mundo del Karate que, asombrosamente siguen enseñándose en nuestra época. Pero yo he ido bastante mas allá del simple artículo en un blogg o una revista especializada, publicando casi 500 páginas sobre múltiples aspectos positivos y negativos de la práctica actual del Karate, siempre bajo mi humilde punto de vista, que, como puede ocurrirle al más reputado de los maestros del Karate, puede tener una mayor o menor cuota de razón y aceptación. Resumiendo, y a tenor del anterior artículo, recalcar que el Karate, al igual que cualquier otra actividad, evoluciona, se transforma de forma natural a través del tiempo porque así ha sido desde el principio de su nacimiento hace miles de años, aunque con otro nombre y forma. Por tanto, tradicional no es una palabra con un significado inamovible, inalterable, sino todo lo contrario. Es sólo una cuestión de tiempo que lo transformado, cambiado, alterado, evolucionado, acabe siendo también tradicional. Sólo una mente bloqueada por el bombardeo constante en el tiempo de una información mal transmitida por medios y también por maestros, acaba generando razonamientos erróneos. Afortunadamente, no todos los maestros padecen de estancamiento mental crónico. Hemos tenido auténticos maestros al estilo transformador e innovativo de los originales creadores de distintos estilos, como por ejemplo el gran maestro Taiji Kase, el cual, a través de sus magistrales cursos nos abrió la mente a muchos karatecas y al que debo agradecer todo lo que después he sido capaz de escribir y practicar. Personalmente, la solución a un problema tan difícil y complejo, donde las líneas maestras de actuación vienen de otras mentalidades y culturas distintas a la nuestras, pasa por instaurar una línea nueva de trabajo, que no de estilos, que acabe siendo nuestra. La cuestión que Iain aborda sobre un Karate más pragmático e investigativo a nivel personal de cada maestro, está también contemplada en mis trabajos, pero eso es sólo una parte de muchos otros importantes aspectos técnicos y organizativos que también expongo en mis libros. Medio siglo de práctica del Karate y otras artes marciales, unido a una natural curiosidad por hacerme siempre preguntas, creo que me han dado el derecho a opinar, y porque no, a intentar aportar nuevos elementos que hagan crecer nuestro Karate. Al fin y al cabo, eso es lo que todos los viejos maestros hicieron a lo largo de la historia.
    Todo se reduce a reflexionar un poco sobre si lo que hacemos es coherente o no. Nosotros, como seres inteligentes también tenemos cierta cuota crítica, aunque seamos cintos blancos. Los tiempos de la fe ciega en todo lo que nos enseñan han pasado a la historia, y el sentido común, del cual cada vez tenemos más elementos de información, debe imponerse. Si todavía son capaces de encontrar alguno de mis libros, podrán estar mas o menos de acuerdo en lo que expongo, pero lo que si les aseguro es que no se aburrirán. Nunca dejen de entrenar. Saludos y que la fuerza os acompañe.
    Alfonso Riera

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      Hola Alfonso, llevo años investigando y entrenando en la búsqueda del karate original, rompiendo estereotipos que nos han impuesto haciendo creer que ese era el verdadero y único karate. Cuando consiga tus libros los estudiaré detenidamente y los recomendare en la web. Un abrazo

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