Karate Tradicional. (Parte-3)

COMPETICIÓN DEPORTIVA

La competición deportiva,
una  pequeña parte del Karate

El Karate Tradicional se suele desarrollar alejado de los ámbitos deportivos y competitivos con los que tiene grandes diferencias a veces incluso contraposiciones. Por ello lo suelen desarrollar organizaciones y/o asociaciones extra federativas. De hecho la importancia y razón de ser de una asociación es llevar un camino diferente a las organizaciones de corte exclusiva o eminentemente deportivo y tener el respaldo nacional e internacional de otras organizaciones respetadas en su ámbito y con reconocidos maestros a la cabeza. Todo lo demás (instituciones públicas, etiquetas de oficialidad, olimpismo, etc…), a los amantes del Karate Tradicional no importa ni afecta gran cosa. El Karate Tradicional no se ocupa de medallas y trofeos sino de heredados criterios técnicos y de mejorar la sociedad a través de las enseñanzas y valores de los antiguos maestros del Karate. Como en todo en la vida, en cualquier organización, federación, etc…  ni están todos los que son… ni son todos los que están y no depende en ocasiones de qué organización sea mejor ni peor sino de cual se ajusta más o menos a la forma de entender el Karate que se tenga, así como sus grados, sus aCtitudes (además de aPtitudes).

La competición en principio era una forma positiva de probarse y mejorar uno mismo, sirviendo para destapar los puntos débiles a mejorar. Ese debiera ser su objetivo. Hasta ahí beneficiosa en su justa medida. El problema surge cuando la competición se torna como objetivo principal. Cuando se justifica el deseo de vencer a toda costa se puede volver nociva. Controlada por la tradición puede ser una evolución, pero sin ese control puede llevar a la trasgresión del arte.

El pensamiento y actitud de Karate Tradicional no quita a los competidores de élite ni un ápice en su mérito atlético, tras los que hay muchas horas de entrenamiento y disciplina. Pero cuando el dinero, poder, dietas, viajes y hoteles son golosos caramelos de azúcar, es fácil que se queden a un lado las intenciones limpias de una actividad sana pudiéndose convertir los competidores en auténticos adversarios. Quizá no haya nada de honorable en querer ser mejor que los demás en un Camino en el que el objetivo es llegar a ser mejor que uno mismo y superar cada uno sus propias circunstancias. Los que vencen lo hacen sobre adversarios que pierden, mientras que en un Karate Tradicional como parte del Budo tradicional japonés no hay adversarios sino compañeros… y no hay perdedores pues todos ganan. Decía Mahatma Gandhi  que “la alegría está en la lucha, en el esfuerzo que supone y no en la victoria misma”. Lo importante es que el Karate-do no pierda su espíritu en la competición, porque como decía el periodista y poeta Antonio González Guerrero “¿de qué sirve una victoria si en la batalla ha perecido un corazón?”

La manera de la celebración de un Ippon en competición va en contra de todo el espíritu del Karate. La diferencia entre un hombre de “Do” y un hombre fuera del “Camino” era, hace años, que este último celebraba la consecución de cada grado aumentando esa celebración a medida que aumentaba el grado conseguido. Un hombre de “do” al recibir el 1er Dan inclinaba la cabeza en señal de respeto y agradecimiento y se marchaba a su casa tranquilamente. Cuando el mismo recibía el 2º Dan inclinaba el tronco y se marchaba a casa sin ninguna celebración, y así sucesivamente con mayor agradecimiento y discreción a mayor grado. Lo contrario es una actitud no acorde al Do.

En el Karate Tradicional no hay prisas, no hay temporadas deportivas ni objetivos de fechas, por lo que en él se debe únicamente caminar con pasión, sin obsesión, con entrega, a veces con desánimo, sin prisas, con ilusión, a veces con decepción, siempre con paciencia y comprensión, sin dispersión, con amistad. Es difícil hoy «vivir» en profundidad ambos “tipos” de Karate por una misma persona, pues los objetivos, el medio, las formas técnicas, los kata, el ambiente, los protocolos, y especialmente la INTENCIÓN son muy diferentes y hasta contrapuestos en algunas partes. Lo que es importante es que en efecto exista respeto mutuo. Hay maestros como Higa Jintatsu sensei, Nakayama Masatoshi sensei, etc… que han mantenido que… “si corres detrás de una liebre puede que la cojas, pero si corres detrás de dos liebres… seguramente no cojas ninguna de ellas”. Un legendario patrocinador del Karate, ya en los años 60 alertaba que… “El Karate es una disciplina gobernada estrictamente por códigos de cortesía, benevolencia, y honor. Por ello el ganador no debería alardear de su hazaña ni el perdedor desanimarse. El combate es luchar con respeto y con el espíritu tan limpio como el cielo”.

La competición en el Karate Tradicional debe ser moderada en cantidad y no significar el objetivo de la práctica ni mucho menos la consecución o la no consecución de trofeos. Ayudarían a un desarrollo más correcto, en los torneos que con el nombre de “tradicionales” se puedan realizar, estas pequeñas sugerencias: Los árbitros, al tener que valorar otros aspectos diferentes a los que se valoran en el Karate deportivo convencional, sobre todo en rigor y características técnicas del estilo, deberían ser en buena parte ajenos a ese aspecto deportivo para no estar “contaminados” por sus diferentes exigencias, reglamentos, estéticas, etc… buscando para ello a reconocidos conocedores de aspectos verdaderamente tradicionales de los estilos y no influenciados por la competición deportiva al uso. Incluso quizá deberían recurrir para ello a maestros ajenos a la organización si es necesario para conseguir ese objetivo, aunque sea excepcionalmente, o cuando menos alejados de esos ambientes de la competición actual más conocida. También este tipo de torneos sería el lugar adecuado para que el Shomen ni Rei (ese saludo “al frente” que en los dojos está muy claro hacia donde hacerlo, se hiciera no hacia una mesa vacía o con dirigentes deportivos, jefes de arbitraje, alcaldes o concejales, sino a símbolos del Karatedo, ya sean unos retratos de Sokon Matsumura, Anko Itosu, Gichin Funakoshi, Kenwa Mabuni, Hironori Ohtsuka, Chojun Miyagi, Kanbun y Kanei Uechi, etc… unos kanji adecuados, una bandera de Japón, etc… Por último también sería recomendable que los árbitros vistieran de karate-gi  (verdadero uniforme del Karate y karateka) y no traje y corbata. El karategi en este caso debería ir cubierto por chaleco japonés naori discreto y abrochado, para que los árbitros sean visiblemente diferenciados (como se hace de hecho ya en organizaciones tradicionales en Estados Unidos.

El karateka debe entender que la técnica no busca la espectacularidad ni la estética. Si acaso estas son una consecuencia de unos movimientos con ritmo, equilibrio, potencia, rapidez,… que le dan cierta gracia y elegancia. Pero jamás es ese su objetivo. Por ello creo que no se debería justificar ni mucho menos aplaudir el hacer Karate con excesos técnicos claramente erróneos por mucho que aumenten en cierta forma la dificultad. La naturalidad, eficacia, tradición, fidelidad técnica… sí que deben ser factores a tener en cuenta. Los llamados “desarrollos personales” en Kata, que vienen a ser sencillamente un “vale todo” que desvirtúa posiciones y movimientos. Es la peor forma de salvaguardar las características de un estilo, al igual que no se puede salvaguardar el origen, características y razón de ser de un idioma… permitiendo escribir con faltas de ortografía o aceptando palabras inexistentes,… por el mero hecho de que exista gente que las utilice. En realidad siempre ha habido “desarrollos personales”, de ahí la existencia de diferentes estilos en el Karate, pero antes tales desarrollos los hacían grandes sensei o shihan con 8º o 9º Dan, y no cualquier sensei de rango discreto o incluso alumno aventajado. No se puedan justificar las grandes diferencias técnicas dentro del mismo estilo.

La ELEGANCIA en el Karate, que se desprende del significado integral de la palabra, podríamos decir que es también el modo de ser, íntegro, positivo y armonioso del karateka que se manifiesta externa e internamente en su modo de vivir, estar, vestir, moverse y relacionarse en la sociedad del Karate, con gracia, nobleza y sencillez, respeto a los demás, naturalidad y buen gusto. El Karate Do es un ARTE Marcial, y como decía Leonardo Da Vinci…»El arte no es solo la técnica, pues a esta se llega por medio de la constancia y por un acto de voluntad, mientras que al arte se llega por el acercamiento a la perfección interna, esa perfección del alma que no tiene metros para medirse, ni métodos racionales para explicarla, porque está más allá de la materia y la razón».

Parte de culpa de este descontrol la tiene la competición y su búsqueda de mayor espectacularidad artificial. Incluso el grito se exagera en busca de espectacularidad o de querer imprimir a la técnica una artificial parafernalia. Es sabido que el grito incluido en el kiai (la intención especial que se pone en determinadas técnicas para “unir energías físicas y mentales”) debe ir, con la práctica de muchos años, disminuyéndose en intensidad externa tendiendo a tornarse en lo que se conoce como Mu no kiai (kiai mudo) en el que es apenas perceptible una exhalación de aire de tono grave., más interior y natural.

En la competición a menudo se realizan kata que no corresponden al nivel, momento, capacidad, etc. Es muy importante la dosificación técnica en el aprendizaje del Karate cuando este se entiende como una práctica “sin prisas” y para toda la vida. Es la mejor forma de asimilar bien todos los conocimientos, de afianzar bien su práctica automatizándola en el cerebro y en el cuerpo, y además es una forma de alejar el posible aburrimiento que puede acechar en cualquier actividad después de varios años de práctica. La dosificación requiere el introducir nuevos conocimientos y prácticas poco a poco y solo cuando los anteriores estén sólidamente asentados. Pero no solo es importante la cantidad sino el orden de esos conocimientos. Es decir… la progresión adecuada. No da igual el orden de aprendizaje ya que los kata, por ejemplo, van desarrollando habilidades determinadas, de forma que lo ideal es aprenderlos y practicarlos cuando las posiciones, desplazamientos o en general la esencia de cada uno, de cada caso, ya ha sido predispuesta en los kata anteriores. De lo contrario pueden caer en saco roto por su falta de entendimiento o falta de base. Cada conocimiento y práctica debe asentarse sobre el anterior en su orden lógico, para que así conformen un muro sólido. Todo tiene un orden y un motivo.

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Continuara….

Salvador Herraiz Embid

Author: Salvador Herraiz Embid

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