先生弟子 (Sensei Deshi) Relación maestro-discípulo

En Oriente, la conexión entre Maestro y discípulo, es vista de la misma forma que una relación entre padre e hijo. Así, cuando un Maestro de Artes Marciales se compromete a enseñar a un discípulo, no solo asume el papel de instructor sino que también asume el papel de padre. Esta es una relación que forma parte esencial del Dô o camino y constituye un vínculo inseparable de por vida. En Japón, se dice que los padres dan la vida a un nuevo ser, pero el Maestro es quien le enseña cómo vivirla, siendo aquí el Maestro superior a los padres biológicos, convirtiéndose más tarde el Maestro en “el Padre que le formó y enseñó a vivir”. 

Hay que distinguir entre alumno (生徒) o seito en japonés,  estudiante  (学生) o gakusei  y discípulo (弟子) o deshi; parecen iguales pero son relaciones completamente diferentes.  Seito y Gakusei son similares: refieren a la imagen de un estudiante que quiere aprender algo, ya sea asistiendo a clases en una escuela con un profesor o aprendiendo por sí mismo. En las escuelas se suele utilizar seito (alumno) y para las universidades gakusei  (estudiante). Pero en la forma tradicional, se usaba más a menudo deshi (discípulo, aprendiz), encontrándose este término en los textos más antiguos del Budô japonés y otras Artes; siendo de especial mención los 内弟子 uchi-deshi, los estudiantes residentes; 内 uchi significa ‘dentro’. Un Ôsensei (Gran Maestro) tenía varios uchi-deshi que le ayudaban en la casa y en el mantenimiento de ésta y del Dôjô a cambio de recibir entrenamiento personal. 

El término seito  se compone de sei 生 y to 徒, siendo 生 el mismo concepto que para Sensei 先生, indicando aquí “algo vivo”, pero seito va acompañado del  kanji 徒 que significa «vacío» o «sin forma». Entonces Seito se interpreta como alguien que todavía no está formado y está vacío, porque tiene mucho que aprender; siendo lo opuesto a Sensei, alguien que está completamente formado y lleno, por lo que se dedica a enseñar a otros.

Sin embargo, deshi es una imagen utilizada para personas que aprenden de profesionales exitosos; se relaciona con discípulo, persona que está aprendiendo de una fuente de conocimiento: un Maestro, o profesional experto o Sensei. Es el caso en un Dôjô donde el Sensei instruye a sus aprendices-discípulos. Para un deshi la relación con su Maestro es vital y personal; toma al Sensei como su guía, bebiendo de su conocimiento y sabiduría, considerándole un ejemplo a imitar y a seguir, pues no sólo aprenderá de su sabiduría marcial, sino también sobre la conducta moral y el comportamiento ético correcto a lo largo de su vida. Para el “aprendiz” el Sensei es alguien por quien preocuparse y ocuparse, ya sea de su salud o de sus necesidades sin pedir nada a cambio. Se sabe consciente de que lo que recibe es más valioso que el dinero que paga por sus enseñanzas y va a permanecer ahí siendo fiel y leal al Maestro y a la escuela o ryû. 

Las escuelas de hoy han perdido esa verdadera relación Maestro-alumno, que se basa en la confianza, la comprensión y la aceptación mutua. Si esa relación se pierde, el acto de guiar no tendrá sentido. Al mismo tiempo que el Maestro comprende al discípulo, el discípulo también comprende al Maestro. 

Creo que la educación consta de tres funciones: enseñar, aprender y ser enseñado. Un buen discípulo será un buen Maestro. Un buen Maestro fue un buen discípulo. Enseñar es ser enseñado, y ser enseñado es enseñar. Cuando pienso que la otra persona no entiende, personalmente trato de pensar de nuevo qué no entiendo, y cuando la otra persona dice que entiende, trato de pensar qué entiendo, porque la ignorancia comienza cuando uno cree que entiende todo. Es posible comprender desde el momento en que uno cree que no comprende.

En ocasiones, el discípulo se convierte en el mayor rival del Maestro; se debe retroceder tres pasos y no pisar la sombra del Sensei; esta es la cortesía de un discípulo. Este es el tipo de reverencia que debe hacer un discípulo porque siempre se siente en deuda y agradecido con su Maestro; también porque andan por el mismo camino. 

En “Los versículos de las revelaciones de Maestro y discípulo”, el Maestro dice:

-Sígueme discípulo pero no tan de cerca…

-Todo discípulo debe pisar detrás y aún así perderse para encontrar de nuevo el camino.

-De cada diez discípulos, tres están en el camino erróneo, dos estarán perdidos para siempre y uno se encontrará con el Maestro en el camino.

-Vuestra recompensa es el crecimiento espiritual y la oportunidad de ser una parte consciente del esquema de la totalidad.

-¿Por qué abandonas la silla que te está reservada en tu casa? ¡Oh discípulo! ¿Para vaguear en tierras polvorientas de otros reinos…?

-Mantente fiel y leal a los principios de las enseñanzas y te convertiré en mejor persona, mejor guerrero y en un completo ser humano.

-En mis palabras y mis actos encontrarás bálsamo para las heridas de las ilusiones perdidas y comprensión para la traición y la muerte de sentimientos olvidados.

Aprender de un Maestro es Vida; él enseña una forma de vida para convertir al discípulo en un gran ser humano. Poder conocer a un buen Maestro es la mayor suerte y felicidad, porque un buen Maestro puede cambiar la vida de cualquier persona. Los Maestros tienen ese tipo de influencia, aunque los caminos son diferentes para cada uno. Los Maestros de una escuela o ryû no enseñarán lo que está en los libros de texto o en videos, ya que estos  no dicen nada sobre cómo hay que vivir. 

Un Maestro también elige a sus discípulos. Esta es la diferencia decisiva entre un Maestro marcial y un maestro de escuela. En muchas ocasiones, en Japón es costumbre para un discípulo esperar durante días frente a la puerta del Sensei, haciendo esfuerzo de humildad para ser elegido y aceptado en ese Dôjô que ha elegido pero que no sabe si será aceptado.

Debido a que la relación Maestro-aprendiz se formó de esta manera, el vínculo es más fuerte que cualquier otra relación y es para toda la vida. Ese es el inicio del viaje del peregrino en el camino. Sabe que trabajará duro y la existencia última es Dios y el cielo, porque aprenderá que el cielo no pone a prueba a los humanos; son los humanos los que desafían al cielo.  

El Maestro le enseñará a vivir y lograr sus objetivos como real Budoka, compartiendo y transmitiendo los conceptos del Budô, siendo inseparables en espíritu y profundizando en el Dô. Un buen Sensei espera que el discípulo le supere, forjándolo en un entrenamiento arduo y severo con la confianza depositada y  sin grietas, porque no hay mayor alegría para un Maestro que ser superado por sus discípulos. Se habrá hecho un buen trabajo por ambas partes debido a esa relación especial y única.

En Japón, la relación Maestro-Discípulo / Sensei-Deshi va más allá de lo que puede verse a simple vista o en apariencia. Para el discípulo, el Sensei no sólo es su guía, sino la figura más importante en su vida, tanto a nivel marcial como personal y lo demuestra con el trato personal respetuoso, así como mostrándole amor y pasión.

En occidente, los estudiantes que practican Budô, muchas veces ven al Maestro como un intercambio comercial, donde se compra “el conocimiento de aquel que nació antes”. Pienso que todos los artistas marciales deben esperar algo más de su Sensei, que no sólo se limite a enseñar la tradición, las técnicas, los secretos de su Arte… y debe ser así porque el Budô no consiste sólo en golpear, luxar, dar patadas, hacer técnicas… Se trata de Arte, de pasión y amor, de transmisión, de compartir conocimientos, mostrar la verdadera filosofía, las habilidades y sabiduría de forma honesta, profesional y generosa.

Todo comienza y termina con cortesía. Comienza con la limpieza y termina con el orden. Enseñar es educar, y esta es la misión de un Sensei. Los conceptos básicos para el deshi son simples, todo se reduce a la autodisciplina, la confianza, la lealtad y el máximo respeto a su Maestro, a sí mismo y a los demás.

No olvidar que un Maestro necesita de sus discípulos y que estos no llegarán nunca a ninguna parte sin un verdadero “guía de viaje” que les enseñe el camino.

(Dedico con respeto a aquel «Maestro» que, en un momento del camino, quedó solo y a aquellos «deshi» que abandonaron a quien les enseñó cómo vivir.)

Haru Yoshida

Author: Haru Yoshida

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