Magín Novillo Toldos
Abr21

Magín Novillo Toldos

Fecha de Nacimiento: 29 de Abril de 1960 Lugar de nacimiento: La Puebla de Almoradiel (Toledo)Residencia: MadridEstilo: Shito-Ryu Profesión: Profesor de Karate Grado: 8º Dan Dojo: Getafe Yas Ryu Web: https://yasryukaratejutsu.ueniweb.com/ Contacto: infoyasryu@gmail.com MIS RECUERDOS…  …………Oí del Karate como muchos otros de mi edad a través de la televisión y el cine, ya en esa época la emisión de las famosas películas del Oeste Americano o de Romanos evoluciono a series de Artes Marciales, una de esas series fue “La Frontera Azul”  una historia de Emperadores Chinos donde se trataban temas como la lealtad, la clase social, la amistad, y el luchar por la libertad, los personajes daban paso a otros distintos al cabo de algunos capítulos y recreaban facetas distinta del ser humano o “Kung Fu” con el malogrado David Carrandine como actor protagonista pisando la cálida arena del desierto americano usando como únicas armas su destreza en artes marciales y la fuerza interior de su filosofía de vida. Su propósito era encontrar un su hermano y empezar una nueva vida en familia , pero sin duda la palma se la llevaba las películas de acción de Bruce Lee que hacían furor en los cines del barrio, por aquel entonces al igual que en muchas otras barriadas de España se proyectaban en el cine Zafiro, en la Ciudad de los Ángeles (Madrid) mi barrio, donde al salir de la sesión los chavales emulaban a su personaje levantando no más la pierna por encima de la rodilla, a veces por esos pantalones campana que estaban de moda y otras por la imposibilidad de hacerlo,  profiriendo gritos (que más parecían “lastimosos” que el gritito famoso) que puso de moda  Bruce Lee. Tiempos de gimnasios de barrio, de «nunchacos» montados de palo de escoba, los malotes del barrio se apuntaban a las clases de Karate (entraban 30 y al poco tiempo se marchaban otros tantos) hasta que veían que los palos se los daban igual y que no era fácil emular a los actores y recuerdo tiempos de visitas al videoclub para alquilar películas de “chinos” … Como dice un escrito que rula por las redes y que cierto es. Fuimos una generación de cambios y de pruebas, nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando, teníamos que esperar “dos horas de digestión” para no morirnos en el agua, los que podían…, viajaban sin cinturones de seguridad y sin airbag, y se hacían viajes de 10-12 h. con cinco personas en el Seat 600 o en el Simca 1000 y no pasaba nada. Montábamos en bicicleta sin casco, no tuvimos puertas, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños, los columpios eran de metal...

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Esto también pasará

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: – Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo. Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total. Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo: – No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. – Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje (el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey). – Pero no lo leas -le dijo- mantenlo escondido en el anillo. – Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación. Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino. De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso. Simplemente decía: – esto también pasará. Mientras leía estas palabras sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de...

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La controversia
Feb19

La controversia

Era un lama joven y con gran sentido del humor, que sabía bien que la vida espiritual no tiene por qué ser, en absoluto, triste y solemne. Era muy accesible, cordial y sin artificios. Consideraba a todos los monjes y novicios como sus hermanos pequeños y estaba siempre haciendo bromas con ellos. Les enseñaba la doctrina, en el patio del monasterio, haciendo juegos, riendo, bailando con los monjes y novicios, realizando bromas y contando chistes. Pero un día un grupo de fieles pasó por allí y vio cómo se divertían los monjes y novicios y cuánto griterío y risas producían. Acudieron al abad del monasterio y le dieron una queja. Consideraban que aquel no era modo de enseñar la doctrina; que el lama era irreverente e irrespetuoso. El abad del monasterio llamó al lama y le puso al corriente de las opiniones y las quejas de los fieles. El lama dijo: – Cambiaré de método, pero será lo mismo. Era un hombre muy inteligente. Sorprendido, el abad preguntó: – ¿Cómo que será lo mismo? – Venerable abad, ya lo veréis: será lo mismo. El abad no comprendió al lama y le dejó ir. El lama cambió el sistema de enseñanza: todos tenían que guardar un estricto silencio, permanecer estoicamente en postura meditacional durante toda la clase, jamás sonreír y no hacer el menor comentario. Los fieles pasaron por allí y se asomaron a ver la clase. Aquello les parecía increíble: ¡cuánta rigidez, cuánta severidad, cuánta pesadumbre! Se preguntaron si era necesaria tan estricta disciplina para mostrar la doctrina. Fueron al abad del monasterio y se quejaron del lama. El abad llamó al lama y le dijo: – Tenías razón, querido mío. – Como tú decías: “será lo mismo”. – Y ahora yo te digo, enseña como quieras. – No te dejes más influenciar por controversias. El lama, obviamente, volvió a su anterior modo de mostrar la doctrina. Maestro: haga lo que haga, la mangosta quiere acabar con la serpiente. Fuente: Cuentos espirituales del Tíbet – Ramiro A. Calle Foto:...

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El vendedor de globos
Feb04

El vendedor de globos

Imagen Artturi_Mantysaari en Pixabay Se organizó una gran fiesta en el pueblo. La gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, donde estaban los juegos y los puestos de venta de todo tipo. Los niños eran quienes gozaban más con aquella fiesta. Había venido de lejos un circo con payasos y equilibristas. También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos y juguetes. Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Tenía globos de todos los colores y formas. Había algunos que se distinguían por su tamaño. Otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido o extraño. Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían uno para comprar. Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. Como estaba lleno de gas, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza. El cielo estaba claro, y el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo hacia el cielo, empujado lentamente por el viento quieto de aquella hora. El primer niño gritó: – ¡Mira mamá un globo! Inmediatamente fueron varios más quienes lo vieron y lo señalaron a las personas más cercanas. Para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al cielo. Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que una tropa de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que su papá o su mamá le comprara un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos, consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, y que eran muchos. Porque realmente tenía globos de todas formas, tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire. Había allí cerca un...

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El rey de oro
Ene25

El rey de oro

Imagen addesia en Pixabay Un día un pobre hombre que vivía en la miseria y mendigaba de puerta en puerta, vio un carro de oro que entraba en el pueblo llevando un rey sonriente y radiante. El pobre se dijo de inmediato:– Se ha acabado mi sufrimiento, se ha acabado mi vida de pobre. Este rey de rostro dorado ha venido aquí por mí. Me cubrirá de migajas de su riqueza y viviré tranquilo. En efecto, el rey, como si hubiese venido a ver al pobre hombre, hizo detener el carro a su lado. El mendigo, que se había postrado en el suelo, se levantó y miró al rey, convencido de que había llegado la hora de su suerte. Entonces el rey extendió su mano hacia el pobre hombre y dijo:– ¿Qué tienes para darme? El pobre, muy desilusionado y sorprendido, no supo que decir.– ¿Es un juego lo que el rey me propone? ¿Se burla de mí? – se dijo. Entonces, al ver la persistente sonrisa del rey, su luminosa mirada y su mano tendida, el pobre metió su mano en la alforja, que contenía unos puñados de arroz. Cogió un grano de arroz, uno solo y se lo dio al rey, que le dio las gracias y se fue enseguida, llevado por unos caballos sorprendentemente rápidos. Al final del día, al vaciar su alforja, el pobre encontró un grano de oro. Se puso a llorar diciendo:– ¡Qué estúpido que fui, por qué no le habré dado todo mi arroz! Maestro: lo que das te lo das, lo que no das te lo quitas Autor: Rabindranath Tagore Foto:...

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