Sesión de meditación Zen

Resumen de una sesión de meditación Zen. Gustavo A. Reque

Bueno, aquí veo futuros profesores de Yoga, curiosos de Zen y karatekas. ¿Hay aquí algún practicante de Zen?… Ningún practicante de Zen… Entonces es vuestro bautismo de Zen, bueno pues vamos a ver como lo arreglamos por que yo no se nada de Zen, solo se que estoy vivo y soy consciente de ello. ¡Vaya!, parece que empiezo bien…

Lo primero que hay que saber del Zen: no, qué es el Zen, sino, ¿qué es Zen? La respuesta: Zen no es nada y es todo. Es decir, no he dicho nada. Pero, hay una forma de llegar a él, la fórmula es simple: observación y no juicio. Es decir: ver las cosas como son –sin por qué ni para qué–.

Ejercicio de OBSERVACIÓN. 
¿Que hay aquí en esta sala donde nos encontramos?:
¿Hay más materia o más vacío?
¿Estamos vacíos o estamos llenos?

El zen se esfuma en el mundo de las comparaciones. En el momento que la mente busca el “zen” desaparece, en el momento que intentemos explicar el Zen con palabras, ya no es Zen, es como si intentas entender el infinito o, cuando pretendes entender qué es Dios con palabras. Si lo intentas, ya no es Dios, has creado un pequeño dios mental. Tenemos una energía metida en la cabeza que se llama mente, ella se encarga de crear un dios o un zen comparativo hecho a tu medida. Cuando meditas y piensas en ti, verás que pequeño eres, pero si meditas en el espacio que te rodea, sentirás que eres enorme. Cuanto más consciente seas de esto, más grande serás pues serás parte del todo.

Ejercicio de NO JUICIO.
Estamos controlados por la misma inteligencia que ordena a un gusano perforar, la misma inteligencia que hace crecer un árbol para buscar los rayos el sol, la misma inteligencia que hace huir al ratón, todos ellos siempre hacen lo que más les conviene en cada momento: eso es la inteligencia que rige la evolución animal. El ser humano tiene el inmenso regalo de ser consciente de su propia existencia. No juzgues, observa y vive todo con consciencia. Se gusano, árbol o ratón. Sin juzgar.

Tomen conciencia de la cantidad de inteligencia que hace falta para que en este instante tu corazón, tus pulmones, tus riñones, tus piernas, tu pelo, tus ojos, funcionen con armonía, igual que sucede en cualquier ser vivo. Es la misma inteligencia que rige al gusano, al árbol, al ratón…Esa es la inteligencia que da calor a tu vida mientras esta permanece en tu cuerpo. Pero, si esa inteligencia adquiere conciencia de si misma, eso es un milagro. Ellos no lo pueden hacer, tu sí. Solo hace falta observar y no juzgar.

ESO ES ZEN: SER CONSCIENTES.

Gustavo A. Reque Cereijo

Author: Gustavo A. Reque Cereijo

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