Estar Preparado
Andrés Sánchez Es curiosa la cantidad de similitudes que se encuentran entre la vida y diferentes actividades lúdicas que realizamos. El kendo, como no cabría esperar de otra manera, también está llena de ellas. Hace unos días, mientras estaba corriendo, me dio por pensar en la razón por la que entrenamos tan duro. Nos esforzamos día a día en perfeccionar nuestra técnica, hacemos ejercicios cardiovasculares para conseguir más resistencia física y realizamos extenuantes repeticiones que aumentan nuestra fuerza. En definitiva, nos dejamos, en algunos casos incluso literalmente, la piel para mejorar tanto técnica como físicamente. Podría interpretarse que estar mejor sería precisamente el motivo, pero creo que si simplemente pensamos eso, nos estamos quedando en una capa muy superficial del kendo, y por extensión, de la vida. Si algo nos enseña el kendo es que hay que estar concentrado. Vencer o perder en una disciplina de estas características se decide en cuestión de milésimas de segundo, quizás en menos. Cierto es que cada ippon se ha de trabajar desde el principio y que conseguir simplemente una oportunidad puede llevarnos muchos minutos, pero esa oportunidad no dura prácticamente nada, es un simple instante difuminado que se evapora casi al mismo tiempo que se creó. No es raro, por tanto, darnos cuenta de una oportunidad una vez esta se ha desvanecido. Por otro lado, aun siendo capaces de crear, ver la oportunidad y estar lo suficientemente concentrados como para reaccionar ante ella, es posible que a causa de nuestra carencia física, estemos muy cansados como para ser lo suficientemente rápidos o simplemente ni en nuestras mejores condiciones hubiésemos realizado la técnica correctamente. Hay muchos motivos a la hora de fallar un ippon y entrenamos para minimizar estos riesgos. En definitiva, entrenamos tan duro para estar preparados, para cuando surja la oportunidad, tener el mayor índice de acierto y conseguir nuestro objetivo con éxito. Las oportunidades reales de ippon durante un geiko no suelen ser muchas, igual que son pocas las oportunidades que se nos ofrecen durante nuestra vida para conseguir un gran cambio. Por ello hay que estar preparado, para minimizar los riesgos y optimizar las posibilidades de conseguir nuestro objetivo. Empieza una nueva temporada ¿estás preparado? Autor: Andrés Sánchez Fuente: reflexionesdeunkendoka.blogspot.com.es Foto portada: Andrés...
¿Cómo se producen las lesiones por sobrecarga en el deporte?
Dr. Rafael Arriaza Loureda Muchas veces, escuchamos o leemos que “fulano tiene una sobrecarga, o que mengano tiene una lesión por sobreuso“. Pero ¿qué significa esto exactamente? En realidad, el mecanismo de producción de una lesión crónica en un deportista (o en general, en los seres humanos), tiene una explicación mecánica muy sencilla. Veréis, hay que recordar un concepto clásico de mecánica: que una tensión (esfuerzo) actuando sobre un cuerpo o tejido (lo que encontraréis también como “stress”), va a provocar una deformación o elongación (lo que también llamaremos “strain“). Al ser sometido a esa tensión, el tejido almacena la energía en forma de deformación elástica. Si la deformación está situada dentro del rango fisiológico, el tejido se recuperarápor completo y nos devolverá la mayor parte de la energía absorbida durante su elongación, exactamente igual que hacen una goma o un muelle. Si superamos ese límite, la deformación se llama “plástica“, y significa que, aunque la fuerza deje de actuar, el tejidono recupera por completo sus características originales. Si la fuerza sigue actuando, se produce una rotura o fractura, según sea el tejido sobre el que estén actuando las fuerzas. En el cuerpo, se calcula que aproximadamente el95% de la energía se devuelve al sistema en forma de energía cinética, y el resto se disipa como calor, por la fricción de los tejidos, si nos movemos dentro del rango fisiológico de cargas. Las lesiones por sobrecarga, sobreuso, o por tensiones repetidas, tan frecuentes en corredores, se provocan por la acumulación de microlesiones causadas por esas fuerzas o tensiones repetidas, aplicadas a una frecuencia que el cuerpo no es capaz de tolerar. Alprincipio, la deformación está dentro del rango elástico tolerado por el cuerpo, pero con la suma de esfuerzos puede llevar al tejido a la zona de deformación plástica, tanto porque esos esfuerzos sean demasiado elevados, o porque su ritmo de aplicación sea demasiado alto para que los tejidos los asimilen. En el hueso, se producirán microfracturas, y en los tejidos blandos, se rompen los puentes cruzados que existen entre las fibras de colágeno. La aparición de esas lesiones a escala microscópica favorecen lo que se llama en biomecánica la “histéresis” elástica, que es la diferencia entre la energía requerida (el esfuerzo) para provocar una deformación (o elongación) determinada, y la energía elástica que se almacena para cada ciclo de carga. A medida que se acumula el daño en el tejido de nuestro cuerpo, éste es cada vez más débil, y menos resistente, y se requiere menos fuerza para volver a dañarlo, porque se acumula cada vez más energía en el tejido, en forma de lesión, y además, se devuelve menos energía de manera eficiente para el sistema o el movimiento. En el cuerpo, hay tejidos que se dañan y se reparar continuamente, pero si la tasa de destrucción (de microdaños) supera a la capacidad de reparación del cuerpo (y cada persona tiene su propia velocidad,...
Reishiki II
Andrés López Este artículo es continuación de Reishiki I. Retomando el tema de la etiqueta y el comportamiento en el Dojo, en esta ocasión nos centraremos en el Zarei. Para ello, veremos como es la posición correcta que hemos de adoptar y los pasos a seguir para ejecutarla correctamente, manteniendo siempre el espíritu de nuestra disciplina, con respeto y humildad, y recordando que es una parte necesaria e integral del Budo. INTRODUCCIÓN ¿Qué es Zarei? Zarei (座礼, literalmente “saludar sentado”) podemos definirlo como el saludo ceremonial sentado, habitualmente en posición de rodillas. La posición de rodillas más comúnmente usada para este saludo ceremonial se denomina Seiza. Seiza. Seiza describe la forma tradicional de sentarse en Japón. Esta postura implica arrodillarse, estirar los empeines, posar las nalgas sobre los talones y mantener la espalda recta. Para los artistas marciales es una parte integral y necesaria, común a otras artes japonesas, como la ceremonia del té (Chadō, 茶道), la meditación (Zazen, 坐禅), la caligrafía (Shodō, 書道) o el arreglo floral (Ikebana, 生け花). Seiza (正坐) significa literalmente «como sentarse correctamente». Proviene de la palabra china Jìng zuò (靜坐; literalmente “sentado en silencio”) y describe la forma tradicional de sentarse de rodillas. Literalmente, 坐 significa la acción de sentarse y 座 el lugar de asiento. A lo largo de la historia de Japón, las formas para sentarse consideradas adecuadas han ido cambiando en función de las circunstancias sociales, las modas y los ámbitos. Durante el Período Muromachi, la innovación arquitectónica de cubrir los suelos con tatami, unida a las estrictas formas de las clases guerreras, convirtió a Seiza en la forma protocolaria de sentarse. Sin embargo, hasta inicios del siglo XVIII no se adoptó para la vida cotidiana. Seiza está estrechamente relacionada con los suelos de tatami. Dependiendo de la formalidad de la ocasión, el entorno y la situación familiar, a veces es posible realizarla sobre un zabuton (座布団) o un zafu (座蒲). Seiza es una postura compleja e incómoda para aquellos que no están familiarizados con ella y quienes, al mantenerla un tiempo, empiezan a sentir falta de circulación, pinchazos y un dolor abrasivo, incluso, un entumecimiento de las piernas. No obstante, es algo que con la práctica mejora. Existen unos bancos para ayudar en la posición, que disminuyen la tensión y dolor, al separar las nalgas ligeramente de los talones. Como alternativa a Seiza tenemos Agura (胡座, literalmente “sentarse como un extranjero”, con las piernas cruzadas), que es considerada informal y adoptada frecuentemente por los no japoneses. No obstante, es siempre inadecuada para las mujeres, quienes en situaciones informales se sientan en Yoko-zuwari (横座り, con ambas piernas a un lado) o en Wariza (割座) u Obachan-suwari (お ばあちゃん 座り, literalmente “sentarse como una abuelita”, de rodillas con las nalgas en el suelo y una pierna doblada hacia cada lado). También tenemos Tai-iku-suwari (体育座り, literalmente “sentarse para educación física”, con las nalgas en el suelo y las rodillas por delante)...
Los efectos de la competición en los niños
Koncha Pinós- Pey En septiembre los padres volvemos a la carrera contrarreloj de libros, libretas, mochilas, lápices, batas… Algunos investigadores afirman que el estrés y la competición tienen una cara positiva, llegando a asegurar que los alumnos que compiten entre sí sacan mejores notas. Pero ya sabemos por propia experiencia vital que tener éxito en los exámenes no significa que hayamos aprendido algo de lo dicho en clase. De hecho, los investigadores han descubierto que la cooperación y el altruismo son una herramienta mucho más efectiva que la competición, probablemente porque esta genera altos niveles de ansiedad y rompe el arco de la motivación a medio y largo plazo. La competición ha llevado al engaño en el ámbito profesional a deportistas de elite. Someternos continuamente a esta alta presión lo único que hace es deshumanizar nuestro proceso de aprendizaje. Si seguimos utilizando la herramienta de la presión como elemento motivador, no debe sorprendernos que haya violencia en las escuelas. Por otra parte, también las expectativas negativas de los padres, en términos de competitividad, ansiedad y estrés, influyen en los niños. Todos conocemos a padres que presionan a sus hijos para que obtengan los mejores resultados académicos, entren en el equipo de fútbol en el que ellos no pudieron entrar, vayan a tal universidad o estudien una carrera para obtener un trabajo mejor pagado. Algunos padres tienen un gran “ego” con el que envuelven las notas de sus hijos. Los mismos que acaban llevando a sus hijos a la sala de espera del psicólogo con diagnóstico de estrés severo. Ahora que empieza el curso y estamos tan llenos de buenos propósitos, podríamos nutrir a nuestros niños con el bálsamo de la autonomía y la confianza, dejar que sus propias habilidades se desarrollen en lugar de llevarles continuamente al escenario de la competición académica. Si de tanto tensar la cuerda acabamos obteniendo el fracaso escolar, no nos sorprendamos. Carl Honoré ya nos lo advirtió en su libro Bajo presión del peligro del exceso de exigencia, del perfeccionismo, y nos invitó al “elogio de la calma”, mucha calma, muchísima, para no tenerle miedo al “uno mismo” y poder autoeducarse sin tener que echar mano de tanto libro de autoayuda. Vivimos en una sociedad TDAH Los padres tenemos miedo a la responsabilidad de educar. Nos resulta más fácil dejar a nuestros hijos en manos de otros para que los eduquen, cada vez a edad más temprana. La sobreprotección es el enemigo de la autonomía. La agenda de nuestros hijos está llena antes de que inicien el curso escolar, sin preguntarles previamente a ellos qué les gustaría hacer este curso que comienza. La formulación educativa que estamos instaurando conduce...
Cuida de tu compañero
Antonio Leyva Todos hemos visto esto antes, un alumno novato que es intimidado por un veterano, o un nuevo alumno demasiado fogoso que quiere “consolidarse” en el grupo nada mas llegar, usando intensidad excesiva en los entrenamientos. Este tipo de conductas son en primer lugar estúpidas y analizaremos un poco más adelante por qué, pero sobre todo, son peligrosas para los compañeros y han de ser erradicadas en su mismo origen. Siempre está a mano la escusa del “realismo” para justificar intensidades no deseadas hacia la otra parte. Lo cierto es que ese “realismo” no se suele entender correctamente. El “realismo” no es un término absoluto, sino muy relativo. No es lo mismo aprender que poner a prueba lo aprendido. Durante el aprendizaje, hemos de ponerle las cosas fáciles al compañero. Pongamos un ejemplo con la natación. A uno no le tiran en mitad del mar, le indican la dirección donde encontrar tierra firme y le dejan a su suerte. Desde luego sería muy “realista”, pero lo más probable es que terminase con un ahogado más en el mar… En vez de eso, te llevan a una piscina, donde en caso de necesidad, la profundidad es poca, pudiendo incluso hacer pie y poco a poco, te van incrementando la dificultad de los ejercicios, hasta que finalmente nadas solo. Y a pesar de saber nadar, el instructor sigue sin dejarte en medio del mar para ver que tal te las apañas. Lo que es seguro es que el logro de efectuar una determinada serie de “largos en la piscina” sin pausa alguna, es una meta que se alcanza pronto, usando este método de dificultad progresivo. Si el primer día, te piden veinte largos de piscina, sin saber nadar, simplemente, ni los harás ese día ni nunca. Un alumno “nuevo” y “nuevos” somos todos cada vez que nos iniciamos en una habilidad o simplemente en una técnica nueva, necesita aprender paso a paso, probar de forma lenta y simple cada elemento nuevo y así adquirir dominio en su gestión. Por supuesto, una persona de dilatada experiencia, aun teniendo que “tomarse las cosas con calma” cada vez que aprende algo nuevo, puede en función de su bagaje previo, hacer las cosas por primera vez mejor que muchos después de años de práctica. Pero lo que es indudable es que en cualquier caso, su facilidad para realizar una determinada técnica será mucho mayor después de una cierta cantidad de repeticiones “controladas”. Toda técnica tiene un cierto número de “claves” o condiciones que han de cumplirse de modo simultaneo para resultar efectiva. Es sencillamente imposible (o al menos altamente improbable) que en la primera...
Amor y Amabilidad contra Ira y Resentimiento
Yolanda Calvo- Psicóloga Una de las emociones destructivas que a las personas les da más vergüenza confesar son aquellas derivadas de la rabia, especialmente la cólera y la ira. A nadie le gusta reconocer que se deja llevar por la ira dando voces o golpes. Nuestra sociedad censura este tipo de conductas que son, sin embargo, más frecuentes de lo que se piensa. Otras emociones más frías, derivadas también de la rabia, el resentimiento y el rencor, se reconocen un poco más, aunque es bastante común que la persona que guarda rencores no los reconozca por no ser consciente de que alberga esas emociones. A menudo nos convencemos de que “hemos perdonado pero no olvidado” para negarnos, a nosotros mismos, que albergamos resentimientos. Podemos hablar de que hay una emoción básica, la rabia, el enfado, de la que se derivan otras emociones secundarias más calientes o más frías. Las emociones calientes, la ira o lacólera son un enfado extremo caracterizado por un deseo de venganza; la irritabilidad, hace referencia a una propensión al enfado o a la ira; y, por otro lado, entre las emociones frías el resentimiento,volver a sentir, hace referencia al enojo por algo del pasado, que todavía nos duele y enfada, mientras que el rencor es un resentimiento arraigado y tenaz. La rabia es una emoción básica, muy primitiva, que surge en los niveles más profundos y primitivos del cerebro, en el cerebro reptiliano, en el que ante una amenaza el individuo (animal o humano) responde con la respuesta deLucha (rabia) o Huída (miedo). Fisiológicamente la ira y la cólera se caracterizan por una subida de la tasa cardíaca y de la presión arterial, y de los niveles de adrenalina y noradrenalina, un perfil que permite el ataque. Aunque siempre hay diferencias individuales, habitualmente se siente en las manos (por aumento del flujo sanguíneo en las mismas que se predisponen a agredir), y la mandíbula (dispuesta a morder), algunas personas también lo sienten en los pies (dispuestos a dar patadas), y en el centro del pecho, un poco hacia la izquierda. Normalmente damos motivos que “justifican” nuestro resentimiento o estallido de cólera, poniendo siempre las causas en los demás y no en nosotros mismos. Y, al hacerlo, no hacemos más que perpetuar estas emociones negativas y mantener el daño que nos ocasionan y que ocasionan en otros. Hay algunos factores que pueden generar una mayor irritabilidad que hace que la persona pueda estar más propensa a un estallido de rabia o ira: el cansancio, el sueño, el hambre, la sed, el dolor, los cambios hormonales, la frustración sexual (esta es muy importante porque es más fácil ser conscientes de que tenemos hambre o cansancio, que de que tenemos...
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