Profesor de karate: una labor difícil

Con este artículo quiero romper una lanza a favor de esos Profesores de karate cuya labor no trasciende a las páginas de las revistas por no ganar sus alumnos grandes campeonatos, pero que día a día en sus clubs realizan una gran misión, educando, entrenando y desarrollando a numerosos niños y adultos a través de este deporte.

Genista7

La labor de estos hombres y mujeres no es fácil, pues a menudo tienen que hacer que sus clases gusten a gente que busca en el karate un medio de defensa, un medio de mantenimiento físico, un método para relacionarse con nuevos amigos y muchas cosas más, sin permitir que el karate aparezca de forma equivocada y dentro de la disciplina y filosofía de éste. A menudo, todo esto no concuerda del todo con lo que la mayoría busca en este Arte Marcial, pero el profesor tampoco puede traicionarse a sí mismo, ni a su Arte y su labor se hace más difícil.

ANTE TODO EDUCADOR

Un profesor ha de ser ante todo un educador, debe ser un almacén de ideas que sepa transmitirlas alumno. No es necesario, como a menudo se piensa, que sea un gran competidor o que tenga un alto “Dan”, esto lo único que le va a producir es una mejor propaganda que llegará más a la gente desconocedora del tema. Lo que debe tener es una gran capacidad para transmitir sus conocimientos, que por supuesto los debe poseer, de manera clara y con la adecuada progresividad, metodología, etc… El profesor ha de demostrar unas cualidades físicas y humanas también, pues el alumnos, a veces involuntariamente tiende a imitar al profesor en muchos aspectos. Este los debe conocer bien y descubrir qué es lo que verdaderamente tiene que dar a cada uno dentro del karate. Bajo mi punto de vista, el profesor debe saber mantener un ambiente agradable en clase que permita al alumno estar relajado y a gusto, pero esto dentro de la disciplina que un arte como éste tiene y debe tener. Un profesor debe idear las clases de forma amena, completa, teniendo en cuenta todos los aspectos del karate y la progresión deseada en relación con las actividades del club. La clase no es un minicursillo aislado, sino que debe guardar relación la anterior, con la posterior, con el ambiente, con la época del año… y siempre manteniendo un margen de improvisación por si hay gente nueva en clase, por si los alumnos piden algo especial o por si, simplemente, el profesor tiene un día desanimado por cualquier cosa.

Un buen profesor nunca dejará en ridículo a ninguno de sus alumnos mareándole con técnicas o preguntas, pero a veces el alumno adelantado sí intentará “cogerlo” en algo que éste no sepa. El profesor no se puede permitir el lujo de no saber algo, ya que a los ojos del alumno debe ser una máquina perfecta, y si en algo falla, el alumno creerá, injustamente, que su profesor es malo. De todas formas, siempre debe salir airoso de esas situaciones con explicaciones anejas que convenzan a su alumno y que hagan parecer que en esa pregunta, como en todas, su profesor lo sabe todo. Es triste a veces que el profesor tenga que recurrir a estos trucos de “zorro viejo” para salir a flote de situaciones que el alumno debería comprender normalmente.

Pero bien es cierto, también, que hay profesores que no merecen tal calificativo, enfocando únicamente el estilo y la forma de la clase a alguna faceta determinada, bien por gusto personal, conveniencia económica, publicidad… Estos no enseñan el karate verdadero, y a menudo esto hace que el espíritu del Budo se vaya perdiendo. Un profesor ha de saber cuándo las críticas que reciben son merecidas y cuándo no, y no cambiar la forma del karate y perder su espíritu simplemente para tener mayor aceptación en número, que es lo que le llenará cada mes el bolsillo. Yamaguchi Gogen, 10.º Dan, enfatiza, según dice, el karate como arma educacional, para él lo más importante es el ser humano y su estabilidad, y ésta la puede ayudar a través de la filosofía del karate.

CON EL ALUMNO Y NO CONTRA EL

El hecho de tener en los mismos grupos a alumnos interesados en el karate como competición, deporte, gimnasia, arte, filosofía…, así como principiantes, adelantados y superiores, hace la misión del Sensei muy difícil para agradar a todos.

Personalmente siempre he pensado que una clase no debe ser algo con demasiada y exagerada disciplina y dureza de ambiente, sino que al contrario debe ser algo a lo que los alumnos les guste asistir relajadamente y disfrutando, que, en definitiva, es a lo que se tiende y así debe ser. Pero claro tampoco se puede perder la tradicional disciplina del karate, ni se debe, que instituyó el maestro Kentsu Yabu hace muchos años ya. Ligeras bromas, amabilidad… ayudan a que el alumno, que generalmente ha “sufrido” ya ocho horas de trabajo antes de venir al Dojo, disfrute, aprenda y se desarrolle de manera natural, progresiva y voluntaria. Hay que estar con el alumno y no, como sucede a veces, contra el alumno. Se trata de gobernar una clase, no de “mandarla”. El verdadero espíritu del Budo no se pierde por esto, dentro de unos límites, claro, pues éste, si es de verdad y profundo, se adapta a las circunstancias de cada individuo y profesor. Pero también debe saber cortar a veces una excesiva confianza que a la postre perjudicaría el normal desarrollo de la clase. Puede ocurrir, como se dice, que “des la mano y te tomen el brazo”, y esto puede producir que el profesor retire incluso la mano, con lo que la clase puede hacerse aburrida, tensa e incluso insoportable.

El trabajo del Profesor puede llevarse a cabo de diferentes maneras como vemos, por lo que no estaría de más, a veces, las muestras un poco más cariñosas de los alumnos a los muchos profesores que día a día se esfuerzan por hacer una y otra clase trabajada, amena, distinta… y que se dieran cuenta los pupilos que podría no ser así, y que de hecho en muchas ocasiones no lo es. A veces, algunos profesores quisieran que sus alumnos pasaran una temporada con otros, para que después valoren y vean la diferencia de trato que existe entre muchos. Explicaciones, coloquios, diapositivas, películas…, son organizadas y expuestas a menudo con el deseo de agradar y completar la formación, pero también a menudo, no son valoradas como se debe. Y no es que se busquen palmaditas en la espalda, pero tampoco desea algunas “puñaladas traperas” que a veces recibe por parte de comentarios de sus alumnos.

Con frecuencia, los alumnos valoran el aprovechamiento de una clase por la cantidad de sudor que genera y así, las explicaciones, enseñanza de katas nuevos o ejercicios complicados que hay que hacer al principio lentamente, son considerados pérdida de tiempo. ¿No sería mejor que esos alumnos que sólo buscan sudar, hicieran unas sesiones sauna? Así el karate seguiría desarrollándose con todos sus ingredientes de manera normal.

Lo cierto es que se haga lo que se haga, nunca llueve a gusto de todos, y de eso deben darse cuenta los alumnos. El profesor de karate es una persona con interés, ideas y vocación, pero a veces puede perder parte de ello si el trato que se le da es injusto.

Es indudable que el karate y su clase deben funcionar con una importante dosis de disciplina, como corresponde a un arte conjunto, estructurado, con diferentes categorías. La disciplina ayuda además al progreso e impide que la clase llegue a ser un “caos”. Todo el protocolo, saludos, reverencias, permisos para entrar o salir del tatami… ayudan al desarrollo mental a través del respeto, humildad… El alumno debe comprender esto y favorecer la tarea al Profesor. A menudo los “incordios”, que siempre hay alguno en todo tatami, son los que luego se quejan de cosas. Pensemos todos un poco en eso.

Para terminar, quiero señalar dos casos generales que pueden darse, que se dan y que a menudo no se justifican en un Arte como el karate. Uno es cuando el alumno llega al nivel técnico de Cinturón Marrón. La cercanía de la barrera psicológica del Negro les crece y a menudo creen que están superando al Profesor, con lo que se vuelven a veces impertinente, maliciosos, arrogantes… incurriendo en los “males del Budo”. En ese momento creen estar en un pedestal que les da derecho a “incordiar” al profesor, criticarle o corregirle. Si el profesor sabe tratarle y hablar con él, se dará cuenta el alumno de que el C. Negro es un paso más, y en vez de una llegado lo que es es una nueva salida en una carrera más larga e importante, y en la que su Profesor, a pesar de llevar un Cinturón del mismo color, lleva ya mucha ventaja.

El otro caso, y termino con él, es cuando un alumno aventaja por diferentes motivos a su profesor en grado, trofeos, etc… Esto no quiere decir en absoluto que su desarrollo como karateka sea mejor, pues tras la fase física y técnica, la espiritual es más importante y la que marca el verdadero desarrollo. a menudo los alumnos comentan el poco entrenamiento que su profesor hace en clase. No se dan cuenta, por ejemplo, de que a ciertos niveles algunas prácticas deben ser sustituidas por otras, de que en clase el profesor no debe de entrenar normalmente, porque desatendería la clase, porque su entrenamiento es diferente, no se dan cuenta de que aunque los alumnos de un turno vengan tres horas por semana, el profesor a menudo realiza veinte horas semanales de clase… De todas formas, y a largo plazo, creo que los alumnos deben sobrepasar técnicamente al profesor, por los nuevos métodos, por basarse en él y para que el arte no vaya cada vez a menos.

Espero con este artículo haber explicado un poco algunas cosas que la mayoría de los profesores han sentido alguna vez, y que éstos y sus alumnos lleven a feliz término cada una de las miles de clases de karate que día a día se dan en este país, ayudándose y entendiéndose unos a otros.

Foto portada: Genista 

Salvador Herraiz Embid

Author: Salvador Herraiz Embid

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1 Comment

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    Excelencia en sus palabras Sensei, espero que sus alumnos tantos kohai y sempai, de hoy, en el futuro transmitan sus enseñanzas como usted lo explica en la actualidad.¡¡¡felicitaciones!!!

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