El Presente

La relajación es un acto imposible para la mente que no conoce  la esencia de la contemplación de los pensamientos. El propio intento de relajarse es una tensión que impide la relajación y ésta es la razón por la que no puedes relajarte en el espíritu. Los meditadores expertos conocen los conceptos de PRESENCIA, OBSERVACIÓN Y EGO los cuales sólo pueden reconocerse por medio de la relajación espiritual no la corporal. Los meditadores que no están en ese camino solo pueden alcanzar la relajación del cuerpo y ésta es una forma muy escueta del gran tesoro que es la relajación que conduce a la contemplación de la conciencia y posteriormente de la mente. La relajación del cuerpo esta muy bien como medida terapéutica o profiláctica, pero su  valor se limita a la iniciación hacia áreas más sutiles; ese camino que conduce a la transformación de la persona por medio del descubrimiento del ego por medio de la contemplación. El vehículo que utilizamos se llama, consciencia del presente: la presencia.

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Es importante identificar que es, con-ciencia y conSciencia:

 

Conciencia: la propiedad espiritual de reconocerse como sujeto de sus atributos. Es el estado mental que nos permite estar con presencia – con-sigo-mismo – y, al mismo tiempo, relacionarnos con el entorno. La conciencia se ha utilizado, en su uso moral y espiritual, por las religiones. Cum-scientia, con-conocimiento.

La con-ciencia requiere del uso de los cinco sentidos corporales para interrelacionarse con el medio.

Sin embargo, un autista en perfecto estado de salud dispone de los cinco sentidos, tiene conciencia, pero no la puede armonizar. Esto se debe a que no tiene conSciencia. No hay conexión entre los estímulos externos y las asociaciones mentales. Eso sólo se puede realizar con la  conSciencia.

 

Consciencia: es darse cuenta de la presencia de las propiedades de la conciencia. Está relacionado con la cognición. Perder la conciencia es estar en un estado mental de ausencia, es  estar “incoSciente”. La conSciencia nos da el grado de activación del cerebro.

En neuropsicología, se usa el término conSciencia, para relacionarlo con la actividad nerviosa del cerebro, adquiere por tanto, una dimensión cuantitativa. Por eso se puede cuantificar el estado de conSciencia de un autista.

Se dice, “estar conSciente” en oposición a,  “perder los sentidos”.

 

Se ha demostrado científicamente que ciertos animales superiores poseen un grado de conSciencia. Los elefantes pueden llorar a sus muertos, los simios pueden limpiarse una mancha  después de mirarse en un espejo y los delfines muestran evidentes signos de celos y rencores. También se ha demostrado la influencia que un animal –miembro-maestro– puede ejercer sobre un grupo social de estos mamíferos produciéndose transferencias que se mantienen en las generaciones posteriores.

  

RELAJACIÓN

Para entrar en el estado de presencia es preciso que la persona parta de un estado de relajación suficiente.

La relajación sólo puede llegar cuando dejas de ser tu “yo pequeño”. Cualquier esfuerzo que se realiza para alcanzar la relajación partirá del ego, el yo pequeño; “(yo) me voy a relajar para conseguir…”, “¡que bien estoy (yo) haciendo relajación…!”,  “cómo puedo (yo) relajarme mejor…”, etc., son frases egóticas que solamente conducen a la relajación del cuerpo con fines concretos, como sucede con la Sofrología, pero no contienen valores que conduzcan a la liberación espiritual, que no es otra cosa que la liberación de los engaños y ataduras que ha creado el ego.

 

La relajación orientada hacia el cuerpo crea tensión, pues está siempre relacionada con el tiempo: “¿cuánto tardaré (yo) en aprender a relajarme?”, ¿cuánto tiempo me durará (a mi) la relajación?”, “¿durante cuánto tiempo tengo que relajarme (yo) para sentir sus efectos?”, siempre se relaciona con el tiempo y el yo. Si tu mente presente se alimenta de elementos que vienen del pasado o previsiones de futuro, creará tensión, pues siempre que haya dos polos hay tensión entre ellos, esto es lo que impide la relajación –tu cuerpo puede estar relajado, pero no tu yo profundo espiritual. Todo lo que hagas se convertirá en parte de tu ego y tu esfuerzo será una manifestación más de tu ego. El hombre es un puente de deseos, siempre quiere ir de un sitio a otro, cuando el puente de los deseos se transforma en un puente intangible, como un arco iris, entonces los deseos se transforman en vanidades que se difuminan con la misma rapidez. Se evaporan. La meditación, cuando tiene una búsqueda espiritual,  no rebusca nada en el mundo físico, ese es el dominio del ego, por eso la relajación debe ser únicamente un estado mental y físico desde el cual se tiene acceso a la meditación que no es otra cosa que la consciencia del presente. La presencia.

 

La autentica relajación sólo puede llegar cuando dejas de ser tu “yo pequeño” y te transformas en tu “yo profundo” que es una manifestación del Ser. Tu yo pequeño es creado continuamente por la tensión que crea  la idea del tiempo, no puedes sentir tu Ser por medio de la tensión, sólo podrás “estar” relajado, pero nunca estar en el Ser. ¡Que paradoja!: Tú no puedes existir sin la tensión –tú vives en la tensión – y la propia tensión de la vida no te deja estar relajado… Para poder estar relajado que es lo mismo que decir, “lo que se siente al acceder al Ser”,  no has de estar, es un estado de no-vida, es estar muerto en vida. Santa Teresa lo describe maravillosamente diciendo: “vivo sin vivir en mi”. La auténtica relajación es un estado de éxtasis. Es el estado donde la con-sciencia descubre la con-ciencia.

 

Para experimentar la auténtica relajación, no hay que hacer nada con ella, sólo hay que observarla cuando aparezca, sea mucha, o sea poca, sea grande o pequeña, sólo se observa. Sólo hay que estar presente. Sólo has de estar consciente de ella. Se es cuando se comprende que estás y, “ese estás”, es una manifestación del Ser. Llamamos a este estado: relajación, que es la senseación que nos permite navegar hacia el Ser. Es la condición que abre una brecha en la cáscara del ego por la que accedemos a la dimensión del Ser.

  

LA TENSIÓN

La tensión es fácil de comprender pues los cinco sentidos son tan “palpables” que tendríamos que estar con el grado más alto de autismo para no sentir algún grado de tensión. Se puede identificar y comprender fácilmente el origen, la calidad, la localización de la tensión y hasta el tiempo que dura, pero lo mismo es muy difícil con la relajación. Comprender es un estadio primario en el camino hacia el Ser. Por eso, la capacidad observadora de la conciencia es el vehículo que debemos usar para “observar” la relajación. Por medio de esta práctica “sentiremos” como la tensión va desapareciendo sin esfuerzo ninguno –la observación no requiere esfuerzo y por consiguiente no creamos tensión. La observación no tiene polaridad, es lineal, no tiene opuesto –observo o no observo, pero no se puede observar un poco o mucho–  por eso la capacidad de observar es muy útil para meditar pues no tiene dimensión y no admite juicios que son los alimentos preferidos del ego. Sin embargo la comprensión requiere un grado de tensión, pues aparece la pregunta: ¿cuánto he comprendido? Y esto es nuevamente semilla de tensión. En el estado de observación no aparece la pregunta: ¿cuánto he observado?

 

Cada vez es más difícil llegar al estado de relajación. La cultura moderna se cementa cada vez más en la rotundidad del cuerpo y la prepotencia del pensamiento. Los sistemas informáticos requieren un nivel de “inteligencia” artificial basado en el ego más “irracional”. Si el inmenso avance de la alta tecnología estuviera produciendo unos seres humanos cada vez más relajados y conscientes, entonces la tecnología sería sagrada, pero no parece ser el caso según los derroteros por los que estamos viendo que discurre el mundo en todos los campos: educación, sociedad, cultura, ecología, etc. Nuestra existencia se está convirtiendo en algo eminentemente  mental. Ego y mente, son sinónimos. Actualmente decimos con orgullo que nuestros hijos, “tienen mucha personalidad” y nos sentimos muy felices y satisfechos por ello, es decir: estamos muy orgullosos de la tensión psíquica y física a la que están sometidos nuestros hijos… ¡Cuanta tensión y qué poca relajación mostramos con esas manifestaciones del ego! Se debería decir por contra: “mi hijo, es un ser consciente y vive relajado”. El mundo sería muy diferente. Nuestra civilización se esta haciendo muy mental y el sufrimiento humano está, por consecuencia, aumentando notablemente. Hemos confundido el paradigma de la sociedad del bienestar con la sociedad de consumo –a más consumo, más felicidad. La base del consumo es el deseo y el deseo es el origen de todo sufrimiento, por eso el consumo siempre acaba en el sufrimiento. Esto ya lo decía Buda hace dos mil seiscientos años. Parece que las cosas, no solo no han cambiado, sino que van a peor.

  

LA RELATIVIDAD

Vivimos fuera de nuestros cuerpos. Siempre estamos alrededor de nosotros mismos, pero nunca dentro. Todo lo que nos sucede viene de afuera: “yo y mis circunstancias”, decía Ortega y Gasset, con este aforismo lo que hace es describir la gran tragedia de la humanidad: el  ego y su relación con el entorno. Actualmente todo es    “circunstancia y  relatividad”. El Ser ha dejado de estar presente, vivimos en cuerpos dominados por el capricho de las circunstancias y bajo el comando de la relatividad que marca el ego. Actualmente decimos en cualquier conversación: “sí, es así, pero depende…” Está frase es relativa, todo es relativo en la actualidad. Cuando dices “depende”, después aparecerá otro depende y luego otro más…la rueda de la relatividad no parará nunca. Cada vez que dices “depende”, estás pensando en el pasado o en el futuro nunca en el presente por que no te gusta como es. Siempre habrá otro mejor. Esto es la causa de la tensión crónica, nunca estás relajado. La conciencia estará cada vez más lejos del cuerpo porque cuando descubre algo, ese algo,  cambia inmediatamente.

         Por este motivo el cuerpo se vuelve cada vez más tenso –su base consciente es relativa, amorfa, como el barro, ahí no se puede construir nada…todo es relativo. Por medio de  la Presencia, podemos comprender que cada circunstancia y cada momento son únicos, no son relativos, lo serían si consideras en cada momento todas las posibles oportunidades y para eso no estamos todavía preparados mentalmente, sería una locura, y eso es precisamente lo que le está pasando al mundo actual, la locura. Se quiere tener todo y al mismo tiempo hay muy poco espacio para el presente, y ello conduce a la grave enfermedad psicológica que infecta las mentes del mundo moderno; la neurosis de la relatividad.

 

La sabiduría innata del cuerpo relajado está perdiendo los mecanismos automáticos de salud y equilibrio que la evolución a través del tiempo había logrado con tanto esfuerzo selectivo. La mente con sus violentos soldados egóticos; odio, mentira, deseo, maledicencia…, es la que controla la mayoría de las acciones que realiza el cuerpo, acciones casi siempre vibrantes de tensión. Tu “yo profundo” no está en tu cuerpo por eso, tú has dejado de ser tú y no eres más que tus circunstancias: éstas, pero no eres.

 

La meditación es el método más poderoso que ha desarrollado el ser humano para sentir el presente. Ese “hueco”, ese “vacío”, ese “silencio”, que crea el estado meditativo, es como un imán que atrae hacia su núcleo los deseos de la auténtica transformación que no es otra cosa que; la ausencia de ego y vivir en estado de armonía. Ese es el estado natural del ser humano, en el que deberíamos vivir continuamente y que hemos olvidado después de tantos años de dolor y  sufrimiento por culpa del pertinaz ego.

 

Cuando tu estado de presencia es completo, cuando no hay nada más en el mundo que lo que estés haciendo es ese instante, entonces podrás sentir la relajación espiritual y por supuesto,  la relajación del cuerpo que es la condición indispensable desde la que se inicia este camino. Esa es la relajación que conduce a la paz y la alegría que son manifestaciones del Ser. Se manifiestan en el aquí y ahora que es el único momento y lugar donde puede manifestarse la vida.  Eso es el Presente. Es el lugar donde habita el amor.

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 La Presencia nos permite vibrar en el mundo del agradecimiento y de la atracción que son las claves de la felicidad en el mundo físico, pero éste es un asunto que investigaremos juntos en las próximas sesiones de meditación.

Foto portada: h.koppdelaney

Gustavo A. Reque Cereijo

Author: Gustavo A. Reque Cereijo

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